Una entrevista de trabajo en un jacuzzi. Fotos con senos expuestos. Trabajar desnudo y con mascarilla. Videoconferencia sin ropa. La estafa corrió como la pólvora cuando Agustín CC, español de 49 años, llevaba demasiados años actuando. Este informático vallisoletano fue quien se escudó detrás de decenas de intentos de estafar a mujeres con ofertas de trabajo falsas que, en al menos una treintena de casos, acabaron en agresión o abuso sexual. Reincidente y con condenas a sus espaldas por hechos similares, vuelve ahora a sentarse en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid para afrontar 130 años de prisión por 25 delitos. Sus víctimas, todas mujeres, eran generalmente personas en situación económica vulnerable y/o extranjeras.
Narra así su experiencia con este tema una de las personas que escapó de caer en la trampa, quien tiró el anzuelo en portales como Milanuncios.com, Job and Talent y, sobre todo, Job Today. Hasta donde se sabe, actuó en los 29 eventos entre 2016 y 2017. Así se explicó el objetivo del estafador: «Encontré una oferta de trabajo para un sex shop VIP para parejas y me seleccionaron. Después de darme su número, le escribí por WhatsApp, tal como me había indicado. Se supone que fue una mujer llamada Raquel quien estaba detrás de ese número. Me dijo que valoraba mucho su imagen y que tenía que regalarle una foto de cuerpo entero. Luego me envió una foto de una chica desnuda solo con una máscara para decirme que tengo que ir así. Me pidió una foto mía sin tanta ropa, a lo que me negué rotundamente.
Pensó que realmente se trataba de un trabajo como prostituta de lujo o que era “el típico chico cachondo que nunca ha visto a una mujer real en su vida y necesita engañarlas de una manera tan sucia para satisfacer sus fantasías pervertidas”. Y ella se negó a seguir adelante.
Los foros empezaron a vomitar más testimonios en primera persona, en los que sólo variaba el tipo de empleo, ya fuera en un spa o incluso en un centro tántrico en la Milla de Oro de Madrid. El escrito de acusación de la Fiscalía señala que Agustín se desvivió por “coaccionar” a sus víctimas “por la situación económica o personal en la que se encontraban y, en el caso de los extranjeros, para conseguir un trabajo que les permitiera regularizar su situación”. “. en España”.
Identidades falsas
Los imputados crearon diferentes perfiles falsos en WhatsApp, con los nombres de “Susana, Raquel, Óscar o Sonia del Amo”. Además de sus números de teléfono, requirió su DNI, su cuenta bancaria (dijo para pagarles el sueldo) y “fotografías de cuerpo entero vestidos o desnudos, para verificar su físico”.
A quienes caían en sus trampas (secretaria, recepcionista o masajista) se les citaba para una entrevista… en habitaciones de hoteles de López de Hoyos, La Castellana o Chamartín; un spa de Manuel Becerra, saunas, lugares de intercambio de parejas en Prosperidad, coche propio y hasta en los probadores de una conocida tienda de ropa junto a la Puerta del Sol. Allí, “aprovechando esa situación de superioridad creada”, le propusieron tener relaciones sexuales o tocarle sus partes íntimas. La mayoría estaban desempleados y en entornos no estructurados, entre 19 y 24 años. Les prometió salarios de hasta 4.000 euros al mes.
Ausencia de empatía
Los expertos señalan que el depredador “tiene una personalidad antisocial, narcisista, con frialdad emocional, egocentrismo y falta de empatía, con plena capacidad para controlar sus impulsos sexuales”.
Agustín fue detenido en Valladolid el 13 de noviembre de 2017. Ya llevaba cinco detenciones a sus espaldas y ahora puede sumar los 130 años que le pide la Fiscalía a los 8 a los que ya fue condenado en el pasado por hechos similares. Ahora, está siendo juzgado por el delito de agresión sexual; otro en grado tentativo; cuatro de intento de abuso sexual; dos de abuso sexual; dieciséis de abuso sexual; un delito de abuso sexual continuado; y dos de descubrimiento y revelación de secretos.