El animal, considerado un ave rapaz protegida, tuvo que ser sacrificado debido a las graves heridas que presentaba.
Por eso fue trasladado al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Torreferrussa, en Santa Perpetua de la Mogoda (Barcelona), donde los veterinarios lo identificaron como un azor común y tras examinarlo concluyeron que las graves lesiones eran compatibles con electrocución. Sin embargo, los profesionales tuvieron que sacrificar al ave ya que la recuperación del vuelo era imposible, además de tener en cuenta que un animal salvaje no podía adaptarse al cautiverio, causándole mucha angustia al querer liberarse en cada momento.
La Guardia Civil inició una investigación para determinar las causas de la electrocución y cerca de donde fue encontrado el azor descubrieron una línea de alta tensión. En la base del poste se encontraron plumas del pájaro electrocutado. Los agentes recuerdan que más de 250 aves mueren cada año por electrocución en Cataluña, en su mayoría animales protegidos y de gran tamaño.