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Younousse viajó solo. “Mis padres Me mandaron diciéndome que me iba de viaje, de vacaciones.. “Si me entero de que iba en un barco, no lo haré”. Nos cuenta que sus padres querían una vida mejor para él. Que en su país hay mucha pobreza, que no puede prosperar.
Su esperanza es que las nuevas generaciones cambien el rumbo de Senegal. A este joven senegalés, que hoy tiene 30 años, le apasiona el futbol. “Cuando llegaba a casa del colegio, dejaba mi mochila y recogía la pelota. Mi padre me buscaba y siempre estaba en la calle, jugando al fútbol”. Una pasión que su padre veía como un futuro prometedor. Por eso decidió que su hijo de 12 años tenía que intentarlo en Europa. Y lo embarcó en un barco sin que él supiera lo que le esperaba más adelante.
Su paso por un centro de menores inmigrantes
Younousse logró llegar vivo con los demás ocupantes del barco. Y fue trasladado a un centro ahora para menores inmigrantes. Sin embargo, no recuerda con entusiasmo aquella etapa: “El resto de mis compañeros me robaron la ropa, mi dinero… lejos de mi familia. Estaba muy triste. Y no podía dejar de llorar”.
Comenta que Le resultó muy difícil integrarse en los centros de menores. Y fue el deporte lo que lo salvó.
Así ingresó a su primer equipo de fútbol
Sus grandes cualidades futbolísticas afloraron enseguida hasta que un día el máximo responsable de la base del CD Tenerife, Sesé Rivero, lo conoció, detectó su calidad y lo incorpora al equipo juvenil del club, aunque no tenía papeles. Un día dejó de ir a entrenar, lo habían trasladado a otro centro de menores de la isla de La Palma para ser trasladado a la península. Pero su entrenador consigue recuperarlo tras animarle a jugar en el CD Messenger, equipo del Palm Island, y consigue que se quede en la ONG Aldeas Infantiles.
En 2014 consiguió fichar por el primer equipo del Tenerife. Jugó 12 partidos en Segunda División y logró pasar por diversos equipos de Segunda B y Tercera (Mérida, Don Benito, Villarrubia, La Roda, Illescas y Vera). Ahora juega en el CD Santa Úrsula, equipo de Tercera, en Tenerife.
Hemos acompañado a Younousse en un día de entrenamiento y hemos descubierto la simpatía y el cariño que despierta no sólo entre sus compañeros, sino también entre la afición.
Tu vida actual
Rubén García es su entrenador: “Younousse es la alegría del equipo, es un ejemplo de fortaleza. Y siempre aporta mucho a sus compañeros con su humildad y compañerismo”.
En el comedor de la cancha de fútbol, el joven no deja de recibir elogios. Ángeles está a cargo de la cafetería. Nos cuenta con humor cómo, al principio, su nieto de cuatro años pensó que Younousse podría pintarlo si lo tocaba. Y él se ríe, ambos se toman de la mano y ella le da un beso. “Es muy cariñoso, aquí todo el mundo lo quiere”.
Pero la vida de Younousse no es sólo fútbol. Cada día acude a otros centros de inmigrantes y menores, que como él, hicieron un difícil viaje en canoa. Les brinda apoyo y ayuda. Los jóvenes senegaleses también recogen ropa y material médico y escolar para enviarlos a Senegal.
“En mi país hay mucha pobreza. No podemos prosperar, por eso los jóvenes se embarcan en esta aventura que puede acabar con sus vidas. No somos criminales. Queremos volver a África y cambiar las cosas. Es importante que la sociedad Sabe que venimos a integrarnos, sólo comprendes nuestra situación cuando no tienes nada.
Con la esperanza de poder algún día volver con su familia y lograr una vida más próspera, Younousse sigue utilizando el fútbol como instrumento de solidaridad para dar visibilidad a la dureza de la inmigración. Por eso, cuando marca un gol, lo celebra simulando un remo, como si estuviera en un barco. Es el mensaje con el que quiere rendir homenaje a quienes se han quedado en el camino. Se levanta la camiseta y debajo de él hay otra con un león. “Es el rugido de la desesperación de África”, dice Younousse. El fútbol que vino del mar.
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