Pedro Snchez, investido presidente con la amenaza “diaria” de Puigdemont y con la calle en contra de la amnista


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El Govern se revalida con 179 votos a favor, incluidos los de Junts tras la tensión del miércoles, y 171 en contra. Promete tu puesto este viernes a las 10:00 horas en Zarzuela

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Pedro Sánchez, aplaudido por los diputados del PSOE tras finalizar el debate de investidura.ALBERTO DI LOLLI

179 votos a favor, 171 en contra y ninguna abstención. Pedro Sánchez ha jurado como presidente del Gobierno con el apoyo de la mayoría absoluta de los diputados y tres más. Los escaños de PSOE, Sumar, Junts, ERC, PNV, Bildu, BNG y Coalición Canaria han vuelto a abrir las puertas de La Moncloa con cuatro años por delante que ya se antojan difíciles, sujetos a las exigencias de todos ellos y especialmente de la catalana. independentista que ayer mismo, esgrimiendo sus votos imprescindibles, ya advertía contra la tentación de jugar con la suerte.

Precisamente hoy, la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, ha vuelto a subrayar que la negociación con el PSOE tendrá que ser “diaria” y que “con cada acuerdo que se cumpla Cataluña tendrá que estar más cerca de la independencia”. Desde Bruselas, Carles Puigdemont respaldó a su portavoz en el Congreso y aseguró que lo hace “muy bien”.

Sánchez, para prometer su puesto en Opereta este viernes a las 10.00 horasafronta ahora la tarea de formar un nuevo Ejecutivo que se presume más corto que el que ha tenido hasta ahora, más político y más capacitado para desplegar un relato construido sobre dos pilares: el enfrentamiento radical con la oposición, a la que espera rodear de una cordón sanitario y, la negociación, en aras del “reencuentro” y la “convivencia”, con los secesionistas.

La legislatura, bautizada gracias a la concesión de una amnistía a los condenados y procesados ​​por el proceso soberanista catalán, estará tutelada por minorías que no reúnen más del 6% de los votos, pero que han sabido imponerse aprovechando la necesidad del líder socialista de contar con sus escaños para mantenerse en el poder. Y ya tiene un ambiente en contra en la calle, con manifestaciones multitudinarias contra la amnistía como las que se produjeron en toda España el pasado domingo y que se repetirán este sábado en el centro de Madrid.

El nuevo presidente del Gobierno, fiel a la teoría que aboga por “hacer de la necesidad virtud”, ha aceptado todas las condiciones y exigencias planteadas por el independentismo y el nacionalismo. Los más onerosos política, económica y socialmente son los que pone encima de la mesa Carles Puigdemont, el fugitivo al que Sánchez prometió un día traer de vuelta a España en condiciones muy distintas a las que ofrece ahora con el borrado total, sin pasar por los tribunales, de sus presuntos delitos.

El líder socialista, aplaudido con entusiasmo por sus diputados, buena parte de los cuales, como él, hace apenas unas semanas negaban la posibilidad de conceder una amnistía y hoy la aceptan con fervor, ha escuchado de todos sus nuevos socios la advertencia de que no no tener un “cheque en blanco” en la mano.

Además, a raíz del discurso frontista que dedicó al primer partido de la Cámara, el PP, ya sabe que Feijóo no le dará, si lo necesita, oportunidades de acuerdo, porque Sánchez, en estos dos días , ha dedicado la mayor parte de sus intervenciones, independientemente de quién fuera su interlocutor, a hacer una oposición implacable a los populares, a atacar a los gobiernos que presidían y a atacar a los actuales ejecutivos regionales que encabezan.

En las intervenciones del ahora nuevo presidente han abundado palabras como “diálogo”, “reencuentro”, “convivencia”, “pluralismo”, “progresismo”, “avance” para referirse al futuro que empieza a liderar con su nuevos socios. Y sobre el pasado con él al frente del país ha hablado de “logros indiscutibles” y sólo de “errores involuntarios”. Todos los males, incluido el intento secesionista de 2017, se han atribuido al PP, al que ha acusado de sembrar “odio” y “discordia” y al que ha catalogado insistentemente como la “ultraderecha”.

A lo que Sánchez no le dedicó ni un minuto, acudió a explicar su abrupto “cambio de opinión” respecto a la amnistía que antes consideraba incompatible con la Constitución y que ahora se alza como el paso imprescindible para la reconciliación y resolución del “conflicto político catalán”. “. Tampoco nombró en una sola ocasión a Carles Puigdemont ni a Oriol Junqueras, ambos líderes de los partidos con los que ha firmado una alianza para poder volver al frente del Gobierno.

Sánchez emprende así un nuevo mandato encadenado a independentistas y nacionalistas. Un mandato en la cuerda floja que tiene que superar dos pruebas de estrés inminentes: la aprobación de la ley de amnistía contra todos los recursos de inconstitucionalidad que se presentan contra ella y el nacimiento de unos Presupuestos del Estado que dan cabida a las peticiones económicas de todos sus aliados y que además anticipan un retorno a las normas fiscales que ya se están elaborando en la Unión Europea. Un mandato, finalmente, en el que se enfrentará al Senado, donde su rival, Feijóo, goza de mayoría absoluta; a 13 de las 17 comunidades autónomas gobernadas por los populares y buena parte de la calle que protesta contra sus pactos.

En su debate de investidura, el nuevo presidente del Gobierno ha volado todos los puentes con el ya líder de la oposición, capaz de acumular cómodamente 172 votos en su contra, lo que le obliga a obtener la renovación de la mayoría absoluta que hoy le ha apoyado . En la nueva aritmética que dominará el Congreso de los Diputados, la relevancia del independentismo catalán quedará patente porque bastará con que Junts o ERC le den la espalda para que su Gobierno se tambalee e incluso caiga.

Para lograr su investidura, el socialista ha firmado amplios pactos con sus nuevos socios que, más allá de la amnistía, contemplan multitud de transferencias de poderes, compensaciones económicas y mesas de negociación sobre reivindicaciones de identidad que incluyen incluso abordar el debate sobre el derecho a la autodeterminación. . Todos pondrán la lupa en su cumplimiento porque todos también han advertido en el transcurso de estos dos días que no se fían de su palabra.

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