La jauría que mató a Isam a patadas y lo dejó helarse


Al final el payo ha muerto. La frase quedó grabada en los policías que custodiaban a Michael, de 22 años. Estaban registrando su casa y su padre le preguntó “¿qué diablos había hecho esta vez?”. «Me arrestaron por matar a un tipo.. Al final el payo ha muerto.

Era el 10 de abril de 2021. Este lunes, dos años y siete meses después, Michael y tres de sus amigos se sientan en el banquillo de los acusados ​​de la Audiencia de La Rioja por el asesinato de Isam Haddour, al que destrozaron a patadas y golpes. Lo dejaron agonizante, tirado en un parque por donde sabían que nadie pasaría en una noche gélida, a pesar de ser primavera. Cada uno se enfrenta 30 años de prisión: 25 por asesinato y 5 por robo.

Isam Haddour, 34 años, salió de una coctelería en Logroño el 6 de abril de 2021 a las 23:05 horas Estaba muy borracho. Se encontró con un amigo y le dijo que pasaría la noche en la ciudad. Vivía con su familia en Oyón (Álava) y cada día recorría en bicicleta los 20 minutos que separan ambas localidades para trabajar como repartidor. Tras salir del bar cogió su bicicleta que tenía atada a un árbol y minutos después se sentó en un banco del acceso al Parque del Río Ebro.

A las once y cuarto de la noche lo ve un grupo de seis jóvenes; Se dan cuenta de que está borracho. Le piden tabaco; Isam les dice que no y felicita a una de las chicas: la llama “Reina”.

El grupo pasa de grupo en paquete en unos segundos. “Con el fin de obtener un beneficio económico a costa de alguien indefenso”, dice el fiscal, uno de ellos, César, de 20 años, propone a los demás toma el dinero de isam y todo lo que llevaría. Michael, de 22 años, Sergio, de 26, Andrés Felipe, de 23, y las hermanas Adriana y Alba, de sólo 17 y 15 años, coinciden.

El primer golpe en la cabeza lo dio César, por sorpresa. La víctima queda aturdida, en el suelo, y la jauría lo ataca, uno a uno y varias veces, con más golpes, puñetazos y patadas, “acción que todos repitieron”. turnándose en la agresión» sin que Isam pueda defenderse. “Con cada ataque la conciencia de Isam se fue desvaneciendo hasta que, debido a la acumulación de golpes, quedó inconsciente”. La Fiscalía en su escrito dibuja una escena lenta y agónica, relatando los brutales golpes en la cabeza, el tronco y las extremidades que recibe la víctima, tendida en el suelo y a merced de la jauría.

“A Isam le robaron la bicicleta, la cartera y el abrigo y continuaron la fiesta”

Aunque sabían que podían provocar graves daños cerebrales e incluso provocar la muerte, «continuaron atacándolo, golpeándolo y aceptando, sin oponerse de ninguna manera, que otros de sus compañeros le golpearan en la cabeza. Luego se llevaron su billetera, tabaco, su celular, la campera marca Koroshi que llevaba y que Andrés Felipe se puso después de probársela, y la bicicleta de montaña Scott, que también era herramienta de trabajo de Isam, repartidor en Logroño.

Lo dejaron agonizando al aire libre, en un lugar apartado. Sabían que nadie lo ayudaría en esa noche gélida en la que había toque de queda entre las once y las siete de la mañana. Lo dejaron «expuesto a los elementos de la noche “Y en un lugar húmedo cerca del río Ebro”, prosigue la Fiscalía. Sabían que podía congelarse, sin ropa de abrigo e inconsciente. La secuencia posterior de la jauría es abrumadora. Los cuatro imputados y los dos menores parten hacia el Casco Antiguo de Logroño con la bici de Isam, tras tirar el móvil sin batería ni tarjeta.

A las 23.25 horas, diez minutos después del inicio del ataque, las cámaras de la biblioteca los grabaron riendo, dando puñetazos al aire (recreando la golpiza) y jugando con la bicicleta, en la que circulaban alternativamente. Ocho minutos después la policía los detiene y los denuncia por violar el toque de queda. La patrulla desconocía lo que acababa de pasar. Nadie cuenta nada. Se van con su denuncia, la bicicleta y el secreto que han dejado a un hombre moribundo y solo.

El cazador de víctimas

A la una menos diez de la mañana, otra patrulla detiene a Andrés Felipe, colombiano y líder del grupo, según los investigadores, tras sorprenderlo robando en una obra. Pasa toda la noche en la celda de la Jefatura de Policía pero no dice absolutamente nada sobre Isam.

La víctima fue encontrada por un hombre que había salido a caminar a las 7:30 de la mañana. Lo lleva a una ambulancia y lo ingresa en el hospital. coma profundo, con temperatura de 27,7 grados, hipotermia muy severa; Lo sacaron cuatro veces de paros cardiorrespiratorios sucesivos. Tiene parte del cerebro hundida, edema masivo y un total de 29 heridas por golpes o arrastres por todo el cuerpo. Murió esa tarde a las 7:20 pm

Para entonces la Policía, alertada por el hospital, ya lo había identificado. En los tres días siguientes, los agentes detienen a todos los implicados en el operación plumas. El primero en caer es Andrés Felipe, grabado con la chaqueta de la víctima y luego sus compinches. Algunas habían pasado la noche en un almacén abandonado, incluidas las dos hermanas menores que vivían en apartamentos tutelados separados. Alba, de 15 años, se comportó como si no hubiera cometido un delito inocente.

La policía los detuvo y callaron que un hombre estaba muriendo a unos metros.

La actitud de todos fue indiferencia y desprecio al enterarse de la muerte de Isam. Ninguno de ellos estudió ni trabajó, venían de una trayectoria delictiva que escaló en pocos minutos. Fumadores habituales de porros y alguna otra sustancia, implicados en peleas y casi todos ellos con antecedentes por robo o hurto. Sólo Sergio declaró. Los padres de algunas personas cayeron; otros ni siquiera se sorprendieron. La Policía reconstruyó el itinerario de la jauría y encontró sangre en sus ropas. La bicicleta, la cartera y la documentación de Isam nunca aparecieron. “Reina”, fue la última palabra que salió de sus labios.

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