En la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación todo transcurría con normalidad este lunes por la mañana, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba cambios en su gabinete tras su toma de posesión. Salvo sorpresas de última hora, José Manuel Albares Continuará al frente como jefe de la diplomacia española.
Fue el 12 de julio de 2021 cuando se produjo el traspaso de carteras entre la ministra saliente, Arancha González Laya, y José Manuel Albares, que tenía un importante reto por delante para España: restablecer las relaciones diplomáticas con Marruecos, que atravesaba entonces una profunda crisis tras la entrada ilegal del El líder del Frente Polisario en España, Brahim Gali. Con las relaciones con Rabat como objetivo prioritario, Albares se marcó otros objetivos importantes, como promocionar España como un país seguro para el turismo tras la pandemia y reforzar los vínculos con Estados Unidos.
Experimentado en política como asesor de Sánchez en asuntos de política internacional, durante estos 28 meses el mando de Albares al frente de Asuntos Exteriores ha estado marcado por el polémico restablecimiento de relaciones con Marruecos, que se consiguieron tras una declaración en la que España reconocía al marroquí soberanía sobre el Sahara. Este cambio unilateral del Estado respecto de la posición histórica respecto de estos territorios provocó que Argelia rompiera relaciones con España. Hace una semana, el Consejo de Ministros aprobó el acuerdo para el nuevo embajador de Argelia en España, Abdelfetá Daghmun, que permitirá empezar a reconstruir las relaciones entre Madrid y Argel, congeladas desde hace 19 meses.
La crisis de refugiados en Afganistán, la guerra en Ucrania con sus sucesivas derivadas sobre la importancia de alcanzar nuevos acuerdos energéticos para no depender de Rusia, o el reciente ataque de Hamás a Israel, han sido algunos de los otros frentes en los que se ha mantenido Albares. hasta de Asuntos Exteriores.
Las sensaciones en el ministerio cuando Albares tomó el mando en el verano de 2021 fueron de tranquilidad y esperanza. Tras la gestión de González Laya, centrada en lo que pasaba con España desde las fronteras hacia el exterior y en la intención de atraer recursos económicos al exterior, la llegada de un diplomático de carrera supuso el desbloqueo de muchas cuestiones de administración y gestión interna que debían ser abordado en Asuntos Exteriores. Instó a cubrir los destinos de los nuevos embajadores, cubrir puestos en las sedes de misión en todo el mundo y fortalecer las secretarías de Estado. En este sentido, nada más llegar realizó cambios en el organigrama y eliminó al alto comisionado de Marca España -que en los últimos años se había llamado España Global-, creada por José Manuel García Margallo en 2012, que tenía rango de secretario de Estado y que trabajó en “medidas para mejorar la imagen exterior de España”.
Albares recuperó también al desaparecido Secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe, que se sumó a los del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Globales; Secretario de Estado para la Unión Europea y de Cooperación Internacional. Sólo en sus primeros seis meses como ministro, realizó 29 cambios en el organigrama de Asuntos Exteriores.
Las maneras de Albares y su personalísima gestión del ministerio siguen generando descontento entre sus compañeros de la carrera diplomática, que siguen quejándose de lo difícil que es trabajar cuando “todo, hasta el trámite más simple” tiene que pasar por él. No hay nada que suceda en el ministerio que él no sepa. Como ejemplo de ello, apenas llegó a la antigua sede de Santa Cruz, realizó cambios para que la Dirección General de Comunicación, Diplomacia Pública y Redes -donde se encuentra la Oficina de Información Diplomática (OID)- y la Dirección General de Diplomacia Económica, también pasarán a depender, según el nuevo organigrama publicado por el BOE el 22 de septiembre de 2021, “directamente del titular del ministerio”.