Pedro Sánchez nombra Gobierno por tercera vez. Lo hizo en 2018 tras la moción de censura, en 2020 tras sellar un acuerdo de coalición con Unidas Podemos y lo hace ahora, en 2023, tras lograr su investidura con un pacto con Sumar y acuerdos con los independentistas. Un Gobierno con cuatro vicepresidentes, más mujeres (12) que hombres (10) y con los ascensos de Félix Bolaos y María Jesús Montero.
Así definió Sánchez su nuevo gabinete, en un comunicado institucional desde La Moncloa sin presencia de periodistas ni preguntas: “Combina renovación con permanencia, experiencia con juventud. Un alto perfil político para una legislatura con un alto perfil político. Gente capaz de gestionar para “llegar a un acuerdo y explicarlo públicamente”.
Sánchez sabe que esta legislatura va a ser enfadada, tensa. La Ley de Amnistía lo condiciona todo. Saben que habrá una dura oposición por parte del PP y Vox. Pero del otro lado tampoco habrá descanso. Los independentistas, pese a los acuerdos firmados con Junts, ERC y PNV, no aseguran la estabilidad y condicionan todo al cumplimiento del acuerdo. Día a día. Voto por voto. Porque, además, como suponen en La Moncloa, en el Congreso hay una mayoría conservadora -Junts y PNV lo son- y no progresista.
El Gobierno, explicó Sánchez, “priorizará el diálogo y la negociación en una legislatura clave para la cohesión social y territorial de España”. La idea, el mensaje que queremos transmitir a la sociedad es utilizar el eufemismo de que se espera una “legislatura de alto perfil político” en lugar de una tensa y enfadada, para empezar a trabajar en la idea de que la oposición, PP y Vox, serán los que no estén a ese nivel. El Gobierno, sí: “Debemos tener un Gobierno con alto perfil político, sólido, solvente, para ofrecer seguridad en un mundo agitado por grandes transformaciones y desafíos”.