Los humanos lloramos desde el momento en que nacemos., aunque no siempre, como ya expresé, por dolor, porque a veces nos salen lágrimas de emoción intensa, no dolorosa, incluso de emoción intensa de alegría. Sin embargo, si la tristeza, la decepción, el miedo, la injusticia, la pérdida, el desacuerdo… nos hacen llorar, la vida, llena de paradojas, puede a veces hacernos revivir en la felicidad, en la alegría, en la esperanza, en el entusiasmo, en la alegría.
de mi padre Juan Antonio Villacañasque ya está fuera de esta vida, ya en lo Eterno, su extraordinaria poesía, que recuerdo con cariño y que se puede leer en tantos de sus libros publicados, incluye un poema, entre tantos otros, titulado ‘Canción después de llorar’, llena de razón, belleza, nobleza y buen deseo. Es cierto que la vida, incluso cuando estamos desanimados, nos da energía y hace posible nuestro canto después del llanto, bueno, como digo en uno de mis versos de mi poema ‘Opuestos que se dan la mano’, de mi más reciente libro titulado Los Luna en Pleno Sol’ (Ediciones Deslinde): ‘Mientras la vida acosa, da frutos’.
Otro verso mío también dice: ‘De esta derrota nacieron mis alas’.
Es necesario en nuestra vida humana hacer, después del llanto, el canto, para mantener el amor, que siendo verdadero, nunca cesa, es inmenso y permanente, para mantener los buenos deseos para nuestros seres queridos, para todos nuestros amigos y conocidos, para todos los demás humanos, y actuar con dichos deseos con energía, porque como también en versos de otro poema mío titulado ‘Vulnerable y fuerte’ expresa: «Con una salida contra viento y marea,/ contra el miedo y contra marea,/ combinando la perenne paradoja/ de ser al mismo tiempo vulnerable y fuerte,/ El corazón se moja,/ y así revive/ dispuesto a luchar./ Pero la Batalla no siempre es sangrienta: / hay batallas de amor, la lucha por el bien y la verdad: / ¡una lucha por la vida!
