Bryan Miller, el asesino que patrullaba vestido de ‘Cazador de Zombies’

Una mujer caminaba por el estacionamiento de un centro comercial hacia su auto cuando sintió un fuerte golpe en la espalda, seguido de un dolor insoportable, que la hizo caer de bruces y casi perder el conocimiento. Acaban de apuñalarla. Al darse la vuelta, la víctima pudo ver a un adolescente sosteniendo el cuchillo justo antes de huir, por lo que pudieron arrestarlo y enviarlo a un centro de detención de menores hasta que cumpliera los dieciocho años.

Durante las siguientes dos décadas, aquel joven se impregnó de historias apocalípticas hasta crear su propio personaje ficticio y llamarse a sí mismo el Cazador de zombies. Sin embargo, bajo esa personalidad un tanto excéntrica se escondía un potencial asesino, que disfrutaba infligiendo dolor a sus víctimas con sus múltiples cuchillos. Su sadismo no tenía límites, sus crímenes tampoco.

El plan

Bryan Patrick Miller nació el 24 de octubre de 1972 en Trenton (Michigan), aunque desde muy pequeño sufrió una de las peores pérdidas posibles, la de su padre. Eso hizo un gran mella en él, más aún cuando su madre, una oficial de la Oficina del Sheriff del Condado de Maricopa, lo culpó por la muerte de su padre y comenzó a ejercer todo tipo de abuso físico, emocional y psicológico en su contra.

Estos hechos fueron confirmados por algunos vecinos de la familia Miller, quienes afirmaron que Ellen era “una madre psicópata” que había causado problemas de salud mental al pequeño. De hecho, de adulta le diagnosticaron trastorno de estrés postraumático y sadismo sexual. Incluso trazó un “plan” para realizar todo tipo de acciones delictivas, como secuestro, apuñalamiento, mutilación y violación. Sólo le faltaba ponerlo en práctica.

Su primer delito lo cometió a los quince años cuando apuñaló a una mujer por la espalda en el aparcamiento de un centro comercial. Después de su arresto, Bryan fue enviado a un centro de detención juvenil. Quedó en libertad en el verano de 1990, después de cumplir dieciocho años.

Durante los años siguientes, nuestra protagonista se inicia en el mundo del terror, la ciencia ficción y las convenciones del cosplay de Fénix, además de disfrazarse habitualmente de un personaje apocalíptico al más puro estilo Resident Eviluno de sus videojuegos favoritos.

Bryan apareció en estos lugares portando casco, máscara y gafas, además de portar un arma simulada. Además, se proclamó como Cazador de zombiesconducía un viejo coche patrulla modificado con las palabras Cazador de zombies salpicado de sangre falsa en la parte trasera y llevaba un maniquí zombie en el asiento trasero del vehículo. Verla patrullar era todo un espectáculo y siempre llamaba la atención de todos.

Los crímenes

El 8 de noviembre de 1992, Ángela Brosso, de 22 años, andaba en bicicleta por una zona más apartada de Phoenix cuando un vehículo la atropelló, tirándola al suelo. Bryan salió del auto sosteniendo un cuchillo. Luego de arrastrarla fuera del camino, el joven la violó salvajemente, mutiló su cuerpo y luego de asesinarla, le cortó la cabeza. Antes de huir, Bryan arrojó el cuerpo de la joven al Canal de Arizona.

Las autoridades encontraron la bicicleta cerca del sendero y el cuerpo de Ángela completamente desnudo y maltratado. Once días después, los buzos rescataron su cabeza sumergida en el agua. Diez meses después, el 22 de septiembre de 1993, Bryan volvió a asesinar siguiendo el mismo modus operandi.

El escenario encontrado por los agentes que localizaron el cuerpo sin vida de Melanie Bernas fue “horrible”: el cuerpo, aunque no decapitado, presentaba múltiples golpes y cortes. Incluso le habían grabado algunas letras en la piel, como si se tratara de un ritual de mutilación. Finalmente, la joven resultó con heridas muy graves por agresión sexual. Fue violada mientras agonizaba.

Tanto en el cuerpo de Ángela como en el de Melanie, la policía científica logró recolectar evidencia biológica de su asesino. En este caso, semen, cuyo ADN correspondía al mismo sospechoso. Ambos crímenes estaban relacionados, pero no había pistas sobre su autor.

Luego de los dos asesinatos, Bryan continuó con su vida, tenía una novia llamada Amy con quien se casó en 1997 y tuvo una niña. La pareja se mudó a Everett, Washington, aunque finalmente se separaron poco antes de 2005. Según Amy, su marido disfrutaba viéndola sufrir. Y lo dijo palabra por palabra.

Se refería a que, durante las prácticas sexuales, Bryan utilizaba pequeños cuchillos, alfileres y cualquier objeto puntiagudo para hacerla sangrar, además de decirle que la mataría si no fuera por lo enamorado que estaba de ella. . Sus continuos abusos físicos y psicológicos hicieron que Amy viviera bajo el yugo del terror hasta que un día lo abandonó.

Amy huyó después de que una mujer acusara a Bryan de apuñalarla por la espalda, dejándola con hasta treinta puntos. El asesino fue llevado a juicio, pero finalmente fue absuelto. El juez había creído la versión de Bryan: afirmó ser víctima de un robo con cuchillo por parte de la verdadera víctima.

Por tanto, las heridas de la mujer se debieron a un forcejeo entre ambos y no a un intento de asesinato. Esta vez la suerte le sonrió, pero no por mucho tiempo.

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Mónica G. Álvarez

A pesar de que habían pasado más de veinte años, la unidad de casos sin resolver del Departamento de Policía de Phoenix no había dejado de investigar las muertes de Angela y Melanie, aunque la tecnología no las había acompañado. Hasta ahora.

El mordisco

En 2015, los agentes utilizaron la genealogía genética, entre otras pruebas, para identificar muestras de semen recolectadas de los cuerpos de las víctimas y encontraron una coincidencia única. Se trataba de Bryan Miller, residente de la zona donde se cometieron los crímenes.

Tras su detención, uno de los inspectores encargados procedió a interrogarlo. “¿Cómo puedes explicarme que tu ADN está ahí?” le preguntó a ella. “No puedo. No recuerdo todo lo que hice entonces, pero sé que no maté a nadie”, respondió el asesino. Las pruebas decían lo contrario. A esto se sumó el testimonio de una víctima de sus ataques que Ella, tras sobrevivir y ver su foto en los medios, acudió a comisaría.

El juicio contra Bryan Miller tardó siete años en realizarse porque sus abogados alegaron su incapacidad mental debido a una serie de problemas psicológicos. Buscaban hacerlo inimputable por demencia. Sin embargo, los peritajes forenses refutaron este argumento y confirmaron que el sospechoso estaba mentalmente apto para ser juzgado.

La audiencia comenzó en octubre de 2022 y, durante la misma, los acusados ​​de dos delitos de asesinato en primer grado, secuestro y agresión sexual quisieron dirigirse a los presentes. “Hoy no busco compasión. Este momento es para los familiares y amigos de las víctimas. “No puedo imaginar el dolor que han soportado todos estos años”, declaró.

Sus palabras no surtieron ningún efecto, como tampoco sus argumentos de defensa que insistían en los “trastornos disociativos complejos” de Bryan “basados ​​en el trauma” sufrido durante su infancia. Por su parte, la fiscalía también fue clara al solicitar la pena de muerte para el acusado:

“La brutalidad de lo que hizo, el impacto que tuvo en la familia de estas jóvenes, lo que les robó a estas jóvenes merece ejecución. Y esto sonará duro. Ángela y Melanie no pudieron elegir cuándo morir. No podían elegir el día, la hora, el momento. “Este acusado merece saber el día y la hora de su muerte”.

En mayo de 2023, la jueza Suzanne Cohen condenó a Bryan Miller a cadena perpetua por los asesinatos de Angela y Melanie, y a 24 años adicionales por dos cargos de secuestro y dos cargos de agresión sexual. “Los acusados ​​no sólo los asesinaron. “Los maltrató y evadió la captura durante más de veinte años”, entonó el juez durante la lectura del veredicto.

Actualmente, el recluso permanece en el corredor de la muerte en la prisión de Arizona a la espera de su ejecución. Mientras tanto, la unidad de casos sin resolver de Phoenix continúa buscando a otra niña, Brandy Myers, de 13 años, que desapareció el 26 de mayo de 1992. Los agentes están convencidos de que la Cazador de zombies es el responsable y no pierden la esperanza de encontrar pruebas sólidas que lo incriminen.

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