Tensión, intriga y urnas de un domingo caldelao


Los poco más de mil vecinos de Castro Caldelas (Orense) que este domingo estaban llamados a las urnas han vivido una extraña marcha electoral para designar a su corregidor: fuera de temporada, y con una tensión y una intriga falta habitual. Fuera de temporada, porque Castro Caldelas es uno de los 40 municipios españoles donde se han tenido que repetir las elecciones del pasado 28 de mayo. Con tensión, porque se percibían los agitación entre los caldelaos por aquellos votos por correos no contabilizados del 28M, que obligaron a retornar a revistar los colegios. E intriga, porque con los datos de hace seis meses la flagrante alcaldesa, socialista, solo retendría la mayoría absoluta por una treintena de votos de delantera.

Castro Caldelas elegía entre la «continuidad» del PSOE en la alcaldía, otra vez con Sara Inés Vega, o el «cambio» que representaría César Enríquez Díeguez, ‘Cachín’ (PP). El 28M habían rematado cinco y cuatro ediles, respectivamente. Y este domingo por la mañana, en el bar Grilo, se percibía un ajetreo longevo que el de un domingo ordinario de noviembre, según reconocía Fernando, su responsable. Entre la mostrador y las mesas, una quincena de vecinos —a los que habría que sumar algún turista de reconocimiento por la Ribeira Sacra— apuraban el primer o segundo café del día. En una mesa, Meyos y Conchita, dos hermanas jubiladas, esperan por Amalia, la tercera de las hermanas: «Y ya nos vamos ahora a sufragar».

 

Las papeletas de Meyos, Conchita y Amalia del 28M, precisamente, formaban parte de aquel saco de 118 votos por correo no contabilizados porque la congregación electoral consideró que se había roto su custodia. Las tres hermanas suelen sufragar presencialmente, pero en mayo «estaban de descanso en Valencia visitando a la hija de Meyos», según explica a torrevieja news today María, hija de Conchita, y que ayer en el Grilo compartía mesa con ellas. A su costado estaba el marido de Meyos, Jneid Hassan, además retirado, de 73 primaveras. Aunque de origen sirio, hace más de medio siglo que reside España. Jneid y Meyos llevaban «toda una vida viviendo en Bilbao», donde se habían conocido, pero con la pandemia decidieron hacer las maletas y disfrutar de su pensión en el pueblo nativo de la esposa. Jnedi y su sobrina María, a diferencia de las tres hermanas, explican que sí votaron en persona en los comicios de mayo.

Los cinco familiares recorrieron los 700 metros que separan esta cafetería del centro de atención primaria de la entrada, donde estaba instalada una de las tres mesas electorales para las votaciones. «Parece que hay más movimiento que en mayo… y más tensión», añadían con una sonrisa los miembros de la mesa a la que Meyos, Conchita, Amalia, María y Jneid estaban a punto de arribar con sus papeletas.

Bica, pierna y pinrel

Todos, presidenta, secretarios y apoderados, repiten en la mesa. «Bueno, tenemos un sustituto, porque otro se fue de descanso», comenta de forma desenfada una de las componentes de la mesa, señalando a un compañero. «Mira, y tenemos de todo para manducar», añade, dirigiendo esta vez su dedo cerca de una bica, galleta peculiar de la zona, que ofrecían tanto a los votantes como a los periodistas que de tanto en tanto asomaban por la mesa —otra diferencia respecto al 28M ha sido esta atención mediática—.

A las propiedades calóricas de la bica se unían, yuxtapuesto a la fanal, las proteicas del pierna y de los taquitos de pinrel. En la mesa del consultorio estaban llamados a sufragar 604 de los 1.123 electores. Al igual que en el caso de las mesas además eran los mismos que el 28M, aunque hubo que restarle 17 fallecidos. Quienes cumplieron 18 primaveras desde entonces no pudieron sufragar. Otra diferencia, ha sido que a este domingo caldelao y frío de noviembre no le fue precedida una campaña electoral.

En las otras dos mesas electorales, dispuestas en el centro escolar y en el comunidad, que se reparten la otra fracción del censo, el ajetreo era pequeño. Menos círculo, menos provisiones alimenticias para hacer más llevadera la marcha —de ocho de la mañana a ocho de la tarde—, pero parecidos comentarios de los votantes una vez introducían la papeleta en la fanal: «A ver si va de esta», suspiraba una señora longevo en la mesa del centro escolar. «Yo una tercera vez ya no vengo», añadía otra mujer unos minutos más tarde delante de la misma fanal.

Tensión, intriga y urnas en un domingo de comicios en Castro Caldelas, que, sin confiscación, transcurrió sin incidencias. Al final, la décimo ayer fue del 78 %. Y, finalmente, la socialista Sara Inés Vega pudo retener el cayada de mando, con una cincuentena de votos sobre el PP. Seguirá siendo alcaldesa. La votante que temía retornar «una tercera vez» no tendrá que hacerlo. Al menos, para las municipales, porque las autonómicas ya asoman a la revés de la esquinazo.

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