Esto de casarse está en plena brote y para celebrarlo hay que esperar en algunos restaurantes hasta tres abriles. La pandemia impuso restricciones para este tipo de eventos y una vez que se normalizó la situación en el año 2022 se batieron todos los récords porque había rabo para darse el sí quiero.
Ahora vuelven con fuerza este maniquí de celebraciones, que supone un estímulo financiero muy importante para la hostelería ya que los eventos, sobre todo en los meses de primavera y verano, ayudan económicamente a las empresas del corporación.
Las bodas, tanto por la Iglesia como por lo civil o municipal, están en pleno apogeo. Las parejas se comprometen y quieren hacerlo celebrándolo a lo ilustre. Pues que sean felices y coman perdices, como decía el historia, porque si no les va admisiblemente y quieren romper la pareja, menos mal que no hay que esperar tres abriles para un divorcio, tantos como para esperar por el restaurante.