A menudo escuchamos lo mucho que se ha encarecido la vida. Los precios suben y suben en país como España en el que la tasa de inflación se sitúa ya en 3,5 por ciento y el IPC de los alimentos en el 9,3 por ciento tras encadenar un año y medio consecutivo con un encarecimiento anual por encima del 10 por ciento, según el INE. El protagonista de la subida de percios es, sin duda, el óleo de oliva. No obstante, hay otros productos que, pese a no ser caudal de primera aprieto, hay quienes los consumen diariamente y que siquiera viven ajenos a la inflación. Es el caso del tabaco.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó a principios del mes de noviembre el nuevo listado de precios de diferentes marcas de cigarros, entre ellas, Marlboro, L&M o Chesterfield. A esta tendencia alcista en la que se encuentra inmerso este «vicio» para muchos, se une el hecho de que el tabaco sea uno de los productos que más carga impositiva tiene (51% de impuestos).
En la ahora, el coste de la cajetilla de tabaco en España ronda los 4,60 euros. La mayoría de las marcas más famosas como Marlboro Red o Gold están por 5,35 euros. Un precio que parece incluso asequible al costado del establecido en países vecinos como Francia, que este mismo martes ha subido por ley a 12 euros el precio de las cajetillas entre el próximo año y 2025, encima de prohibir fumar en playas y parques.
¿Y tú? ¿Crees que subir aún más el precio del tabaco en España, como ya ha hecho Francia, cambiará las pautas de consumo de la población y hará que disminuya el número de fumadores?
Hay quienes piensan que no. La subida en Francia parece no contentar a las asociaciones antitabaco como ‘Alianza contra el tabaco’: «Esas subidas no cambiarán carencia. Pedimos, desde hace primaveras, una subida inmediata del precio de la cajetilla, hasta los 16 euros. Hay que tomar decisiones importantes, el gobierno debiera representar con más energía y más rápido», denuncian.