Vivir la Navidad en acogida



El Santuario de As Ermidas, en O Tonto, se ha convertido, desde los primaveras noventa, en el ocupación de acogida de muchos, enfermos la gran mayoría de ellos, que buscan un ocupación donde aceptar ayuda, pero asimismo de aquellos que desean radicar la Navidad desde esa parte más espiritual característica de este tiempo. “Cuando llega la Navidad, siempre reservamos unas plazas porque hay personas que vienen de año en año, personas que reservan de un año para el futuro, y que por otra parte vienen a ayudarnos”. Así lo explica desde la propia residencia del Santuario, el sacerdote Jose Antonio Crespo Franco. “En total, tenemos entre 30 y 40 plazas, dependiendo de si los huéspedes pueden compartir habitación o no”. 

Venida la época navideña, “las personas vienen más porque en la calle se está peor. Tratamos de explicarles cómo vivimos, porque algunos cuando llegan se sorprenden y rechazan nuestra forma de radicar, ‘esto no es lo mío”, nos dicen.  Y es que las normas del santuario han de acatarse una vez decides entrar a radicar en su comunidad.

Por otra parte de en época navideña, al santuario acude familia durante todo el año. Cuenta Jose Antonio Crespo que las llamadas que reciben, llegan desde todos los rincones de España, “Andalucía, Cataluña, País Vasco, Galicia, Castilla y Héroe, etc.” Pero la capacidad de la residencia es limitada, por lo que “cuando acogemos a determinado, los tres primeros días son de prueba, para conocer si de verdad, se adaptan a la modo de radicar que tenemos aquí”, explica. Y la relación, a veces es muy ínclito “y nos toca aseverar que no, que deben esperar”. 

Un ocupación para la recuperación

Con los primaveras, el Santuario se ha convertido en el primer paso para la recuperación de muchas personas enfermas “que no pueden presentarse a otros centros de acogida como son las Comunidades Cenáculo”. Cuenta este sacerdote que “estas personas son primero enviadas aquí para iniciar una desescalada de tratamiento hasta no ingerir ninguna, porque si no, no serían aceptadas en las comunidades Cenáculo”, cuenta. 

Y llegan de todo el mundo. “Recibimos llamadas de muchos países; están un tiempo con nosotros hasta que dejan la tratamiento y luego dejan nuestra casa”. Positivamente, lo que consiguen en As Ermidas, es que los que llegan pasen la peor grado de cualquier enfermedad, que es la más difícil. “Hemos tenido casos muy duros”, explica Jose Antonio Crespo, “pero ver cómo salen delante, cómo encuentran un trabajo y se valen por sí mismo, es poco que no se puede explicar, es la razón de todo lo que hacemos”.

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