Más del 60% de las personas sin hogar atendidas por Cruz Roja tenían trabajo cuando se quedó la calle



La invisibilidad no existe, solo es un superpoder de ciencia ficción que aparece en las películas, o al menos eso se creía. Lo cierto es que no suele ser siempre un superpoder porque hay multitud que pasa desapercibida aun estando rodeada de multitud. Hablamos de las personas sin hogar, anteponiendo el atributo de ‘personas’ delante adjetivos que degradan a cualquier ser humano como ‘vagabundo’ o ‘sintecho’.

Aunque “no se vean a simple paisaje”, esta situación paupérrima puede ocurrirle a cualquiera, aunque se disponga de un trabajo y una vivienda. Así lo refleja el documentación acerca de “La discriminación y la vulnerabilidad social de las personas en pega residencial atendidas por Cruz Roja”, presentada por esta misma donde se han encuetado a 979 personas.

Con trabajo cuando se quedaron en la calle

Una de las situaciones que esclarece el documentación es que nadie está exento de quedarse en esta situación porque más del 60% de los encuestados, en concreto el 66.1%, aseguraron que tenían una situación normalizada con vivienda y empleo antaño de sobrevenir a la calle. Entre ellos, la mayoría tenían trabajos de finanzas sumergida (aquellos trabajos que no se declaraban ni gravaban), pero además contratos a tiempo completo y a tiempo parcial.

La mayoría, españoles entre 45 y 64 abriles

Puestos a romper mitos y barreras, el documentación además refleja que el 53% de las personas atendidas por esta Ordenamiento Humanitaria han nacido en España, poco que desmiente la teoría del “sintecho extranjero”. Por otra parte, los datos por géneros se mantienen en una mayoría masculina con un 82% aunque el afeminado ha vivido un gran incremento hasta el 18%.

El bajo número se debe, según Cruz Roja, a las estrategias desplegadas para evitar la calle como venir a los servicios sociales, balbucir con familiares o amigos, o arrendar una habitación a cambio de servicios como cuidados. Todavía es trascendental la poca presencia de ellas en albergues y la escasez de fortuna, como programas asistenciales, dirigidas a las mujeres.

En cuanto a la etapa, el peña más atestado es el comprendido entre 45 y 64 abriles (51%), seguido por los menores de 30 abriles que han aumentado en estos últimos abriles (18,5%).

El 20% de las mujeres fueron agredidas sexualmente

Agredidas sexualmente, dos de cada diez; acosadas, dos de cada diez; y humilladas, tres de cada diez. A pesar de ser menos, las mujeres se llevan una parte muy cruda de la sinceridad que, por supuesto, no prosperidad su situación ni su salubridad mental.

Pero las vejaciones no se quedan ahí, porque ocho de cada diez personas sin hogar han sido discriminadas, tanto por aporofobia (rechazo en dirección a el escaso o en dirección a el desamparado), como por etnia, etapa, sexo o estado de salubridad. Las discriminaciones más graves las producen las personas más cercanas, casi la centro (46,8%), aunque además por la distribución pública o los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. A pesar de ello, la mayoría no denuncia porque cree que es inútil (30,9%).

Salubridad mental en amenaza

Todo ello, tanto los actos degradantes contra estas personas como su situación, desgasta una salubridad mentalde forma más acentuada en comparación con las personas que tienen una vida normalizada con trabajo y vivienda. Algunos de sus achaques psicológicos pueden ser el sentimiento de soledad, la depresión y la tristeza.

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