“Llegó mi hijo con la zodiac y fuimos a por uno que estaba boca debajo. Fue increíble”, rememora Franciso Javier González, que trabaja como jefe de una escuela naútica. Añade que “fue un minuto, minuto y medio” y no paraban de pedir auxilio: “Todos me llamaban y ya iban para debajo”. González evidenció que muchos ni sabían mantenerse a flote: “No sabían chapotear”.
Esa circunstancia unida a que iban abrigados con cazadoras, pantalones y botas les dificultaba moverse por el agua: “En la corriente se iban para debajo”.
15-20 minutos reanimando a los migrantes
Otro de los testigos en las inmediaciones de la playa de Camposoto y el caño de Sancti Petri, donde fueron arrojados los 35 migrantes, era Jorge Acedo. “Estuvimos, no sé muy perfectamente cuánto tiempo, quince o vigésimo minutos haciendo la maniobra de reanimación”. Asegura que algunos sufrían hipotermia: “Había tres o cuatro que estaban en muy malas condiciones”. Y revela que tuvieron suerte de no perder la vida: “Se salvaron porque no era su día”.
En la falúa viajaban 35 migrantes, seis de ellos menores de época. Hay cuatro fallecidos y tres personas permanecen en el hospital. Los vecinos de la zona aseguran que no es la primera vez que ocurre. Es lo que lamenta Ana Rosado, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía: “El método que están utilizando por último es el no aproximar a la orilla, si no difundir a las personas a pocos metros de la costa con las consecuencias de una asesinato anunciada. Sobre todo con personas que no saben nadar”.
Rosado denuncia que usan esta táctica y con cualquier tipo de embarcación. Por eso, piden establecer vías legales y seguras para estas personas, entre otras muchas soluciones. “La posibilidad sería tener un puesto fijo de la Policía Doméstico o de la Atención Civil”, argumenta Pepe, un vecino de la zona, y sentencia: “Sería conveniente bueno para ellos y para nosotros”.
De momento. en las últimas horas, la Atención Civil ha estado vigilando la zona y evitar que se vuelva a repetir el suceso.