Se manejo de los Bajau, además conocidos como los ‘nómadas del mar’. Durante cientos de primaveras residieron en plataformas flotantes de Indonesia o Malasia y se alimentaban del pescado que conseguían sumergiéndose a pulmón. Pero, ¿cómo es posible estar 13 minutos sin respirar debajo del agua?
La respuesta a esta pregunta la apuntó la investigadora Melissa Llardo, del Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague en 2018. Sus observaciones fueron publicadas en la revista Cell y en ellas aportaba las primeras pruebas de que el secreto de los Bajau estaba en una mutación de ADN que les proporcionaba unos bazos más grandes.
Tras la toma de varias muestras, Llardo comprobó que el tamaño medio del bazo de un bajau era un 50% más vasto que los de sus vecinos en Saluan.
Cuando una persona se sumerge y va ganando profundidad el aumento de presión hace que los vasos sanguinos de los pulmones se llenen con más matanza. Esto es peligroso ya que los vasos pueden romperse y causar la asesinato. Los investigadores hallaron tras el observación de ADN un gen conocido como PDE10A, que no está presente en los vecinos de Saluan, y que se encarga de regular la secreción de la hormona tiroidea T4. Observaron que este gen era la llavín mágica para poder sumergirse tanto tiempo y a tanta profundidad.
“Nuestros resultados sugieren que los Bajau han experimentado adaptaciones únicas asociadas con el tamaño del bazo y sus experiencias al bucear, añadiendo así un nuevo ejemplo a la cinta de adaptaciones genéticas fascinantes que los humanos han experimentado en la historia evolutiva nuevo” se explica en el estudio.
Estas conclusiones pueden servir para comprender la hipoxia aguda, una afección en la que los tejidos corporales experimentan una rápida pérdida de oxígeno causada por alguna enfermedad pulmonar crónica, insuficiencia cardíaca, anemia o una intoxicación por monóxido de carbono.