Desde entonces, trabaja desde Stop Accidentes para que las ciudades sean más amables para peatones y ciclistas y, sobre todo, concienciar que “un coche es un arsenal de matar que puede causar un daño tremendo a nosotros mismos y a los demás, no se puede banalizar”. Alzando su voz para sacar de las carreteras a los delincuentes viales y para suprimir la palabra “imprudencia” de los homicidios.
Todavía ofrece su hombro a otras víctimas que transitan por el pena: “Cuando te ocurre poco así no se te olvida; sientes muchísimo dolor, aparece la soledad, el silencio, el vano y, en mi caso, mucha furia por la impunidad que hubo con el conductor porque mi hija iba correctamente por el arcén”.
Fátima admite que en materia de seguridad viario se ha liberal mucho, pero no lo suficiente mientras siga habiendo muertos y heridos en el asfalto. “La inmensa mayoría de los accidentes son por bebida, drogas, velocidad o cansancio y son todas ellas causas que se pueden evitar”. E insiste en que “subirse a un coche es una responsabilidad tremenda y no hay excusas para descabalgar la guarda”.