El incremento de la actividad delictiva en Calella impacta negativamente en las reservas turísticas


Con lo que le costó al Junta de Calella extirpar el estigma de turismo de borrachera que hace diez abriles hicieron grieta en el prestigio del destino vacacional, tan sensible a los impactos de los noticiarios internacionales, ahora el nuevo cabildo tiene que debatir para que las reservas turísticas no caigan en picado por la batalla delictiva de un congregación de 11 activos adolescentes. Hoteleros y comerciantes han avisado, con la boca pequeña, pero quien ha cedido el paso y se ha enfrentado a la distribución competente, ha sido Marc Buch, el novel corregidor de 37 abriles.

Buch ha agradecido la preocupación que le transmite el sector hotelero y comercial por las consecuencias que puedan tener el incremento de actos delictivos sobre el prestigio del destino turístico. Por ello, ha pedido ayuda no sólo al Departament d’Interior, de quien loa la tarea de los Mossos pero afea la desidia de compromiso del conseller Elena, además a acudido a la Policía Doméstico y a la Fiscalía. “Tocaré todas las teclas que haga desidia”.

Merienda extutelados que viven de delinquir

El corregidor exige desarraigar de la ciudad a un congregación de delincuentes multirreincidentes, extranjeros migrantes extutelados por la Generalitat que al cumplir los 18 abriles se asentaron en la población costera en casas ocupadas y han hecho de la delincuencia su modo de vida. Se conocen adecuadamente la zona porqué alguno de ellos se alojo a cargo de la Generalitat en alguno de los establecimeintos que acogió a los menores extranjeros no acompañados (mena). El conocimiento del zona les ha facilitado entrar a viviendas vacías que han ocupado ilegalmente.

Se proxenetismo de merienda jóvenes que entre todos suman más de 260 detenciones. A modo de ejemplo, el corregidor explica que sólo durante los últimos seis meses, esta  manada ha cometido 50 delitos. En presencia de tal situación, exige que se aplique la ley y que se active el desventaja por multirreincidencia cuando son detenidos. Para ello no dudará en pedir ayuda a su congregación político, Junts, en el Congreso de los Diputados y a su portavoz, además del Maresme, Míriam Nogueras.

Un charco de sangre en pleno centro de Calella, en la calle Jovara, que atemorizó a los vecinos.

Un charco de casta en pleno centro de Calella, en la calle Jovara, que atemorizó a los vecinos.

calella.com

La situación provoca una gran sensación de inseguridad en la población, especialmente en el sector comercial y hotelero y lleva de persona al medio centenar de agentes de la Policía Tópico que les mantienen constantemente bajo vigilancia, pero que se ven superados por la magnitud de una actividad delictiva que va más allá de sus competencias. 

“Nos da miedo alzar la persiana cada mañana” reconoce una comerciante del centro que, como los otros, quieren mantenerse en el anonimato por miedo a las represalias. “Igual aparece un charco de casta, que una persona herida, por la perplejidad Calella se ha vuelto” inciden desde el sector comercial. Coinciden los hoteleros, que reaccionan presionando al corregidor cuando ven que están en peligro las reservas para la próxima temporada. “En verano los turistas son sus platos preferidos y la playa su postre” explica  con un símil gastronómico un profesional de la restauración al que sus clientes se quejan de la inseguridad.

Siempre hay poco más importante que Calella para el conseller Elena


Marc BuchCorregidor de Calella

El posterior incidente protagonizado por estos jóvenes tuvo lado el sábado 2  de diciembre, cuando incendiaron una vivienda tras una pelea. Tres de los adolescentes, que acabaron siendo detenidos, se enfrentaron a la policía con bates de béisbol y armas blancas del tipo alfanje, para evitar su detención. En el incidente resultaron heridos cuatro vecinos y dos policías.

El corregidor, al igual que el resto de las poblaciones del Alt Maresme, reclama más presencia de Mossos y considera un agravio el posterior reparto de efectivos, cuatro agentes. El problema, aseguran, es que la policía catalana no llega a todo y es que, según reconocen fuentes policiales “hay noches en que sólo se dispone de una patrulla para cubrir los 12 municipios del Alt Maresme. Tanto Buch, como la mayoría de poblaciones al septentrión de la comarca, que suman una 150.000 habitantes, una emblema que se triplica en verano, exigen “ser tenidos en cuenta”. Otros, lamentan que “Catalunya no existe a partir de Mataró” con lo que además dudan del entrenamiento de la capitalidad de la octava ciudad de Catalunya.


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Mossos en una zona turística

El corregidor Buch critica abiertamente la partida del conseller d’Interior, Joan Ignasi Elena, en la última Asociación de Seguridad a la que había comprometido su presencia y lamenta que les traten “como ciudadanos de segunda”. Unas declaraciones públicas que le valió enfrentarse al principal de aposento del conseller, que le recriminó sus palabras y justificó que Elena estuvo en el operante de las desocupaciones de Barcelona a lo que el concejal respondió que “siempre hay poco más importante que Calella para el conseller” recordando que además acudió a una cena de indumentaria. A la unión de seguridad siquiera fue ningún detención cargo del sección, ni mandos de los Mossos, más allá de los responsables territoriales.

A parte del impacto en el destino turístico, la oleada de delincuencia además afecta a la bienes específico. El corregidor confirma que durante los últimos seis meses, desde que la actividad delictiva está en pleno auge, la Policía Tópico se ha trillado obligada a realizar 2.100 horas extraordinarias, que suman más de 60.000 euros. Buch ha secreto entre 1,5 y dos millones de euros el consumición que supone para el cabildo tener que admitir labores policiales que son propias de los Mossos d’Esquadra y que se ven obligados a admitir los cuerpos de seguridad específico. Los alcaldes insisten en memorar que la policía catalana es la que tiene competencias en seguridad ciudadana y orden divulgado.

Próximamente, Marc Buch se reunirá con el Director Normal de la Policía, Pere Ferrer, al que hará ganar la preocupación del sector turístico, temeroso de que los actos delictivos sigan afectando negativamente a las reservas hoteleras para la próxima temporada. Calella, con medio centenar de hoteles, vive de la actividad turística y advierte que las crisis inciden directamente en el mercado de los turoperadores. “Si Calella tiene auge de ciudad insegura, los turistas buscarán un destino más tranquilo” sentencian desde los hoteles.


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