Nace en Toledo la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Cultural


Desde mediados del siglo XX, venimos asistiendo a una serie de imparables revoluciones tecnológicas, de la radiodifusión a Internet. La divulgación globalizada del ordenador y en presencia de todo, el teléfono móvil, compendio integrado de todos los fortuna, en prácticamente todo el mundo, como un peculiaridad personal más, casi una prolongación de nuestra identidad, han cambiado nuestras relaciones, nuestra percepción del mundo, la forma de relacionarnos socialmente y, desde luego, la transmisión de saberes, que, en una ilimitada cascada o marabunta, quedan reducidos a la condición de mera información, empobreciendo su significado, su simbolismo, su potencial riqueza transpersonal.

En la tribu como en la lugar y igualmente en las familias urbanas, la transmisión hablado de experiencias y saberes, generacional, se producía presencialmente, en un contexto de ritos y celebraciones, tan importante como el propio relato o memorizar que se trasladaba. El vaciamiento del medio rural y la globalización de fortuna han unificado no solo los hábitos y la representación del mundo (un enclave arqueológico en pantalla o un texto cultural se ven salpicados por una sucesión incontrolada de anuncios de coches o productos de sanidad y exactitud) sino igualmente el lengua. Ya hablamos todos igual, con estandarización televisiva y tics y muletillas que se propagan viralmente. La RAE da a conocer de tiempo en tiempo nuevos vocablos incorporados al diccionario homologado, normalmente vocablos tecnológicos o asociados a nuevos hábitos sociales. Habría que documentar igualmente los términos en desuso, susceptibles de ser dados de disminución. En común, me temo que venimos asistiendo a un enorme debilitación glosario.


Portada de la revista Antroposfera, dirigida por Mercedes Pullman y editada por Universo Oculto

 

El hecho de que un clan de personas de la civilización, con interesantes trayectorias consolidadas en los campos de la papeleo cultural, la investigación, la creación literaria y la antropología ponga un marcha un colectivo, la ‘Sociedad Española para la Conservación del Patrimonio Cultural’, con los objetivos de estudiar, preservar y difundir los títulos del patrimonio cultural de España, apoyando la diferencia cultural y el incremento del diálogo intercultural, es una positiva, esperanzadora nota.

Se menciona explícitamente la atención al patrimonio inmaterial, ese inmenso delegado de usos, folklore, canciones, relatos y tradiciones, que conforma el imaginario colectivo y da sentido a una comunidad (pueblo, comarca, región, nación). Para ello la SECPC impulsará la preservación y el estudio del patrimonio histórico y cultural castellano, organizando y promoviendo actuaciones de conservación, difusión y puesta en valencia de nociones patrimoniales, materiales e inmateriales.

La reunión directiva de esta entidad está compuesta como presidente por Luis Dévora, escritor, investigador y director de la editorial «Universo Oculto»; vicepresidenta, Mercedes Pullman, filóloga y licenciada en Antropología Social y Cultural, escritora y divulgadora; secretario, Juan Antonio Salvador, universitario en derecho y funcionario de Cuerpo Superior, división jurídica; director de proyectos, Antonio Reina, director de Planeta Bizarría y CEO de firmarte.net; y apoderado, Mar Riman Nistal, experta en relaciones publicas y coordinación de eventos.

El que esta nueva sociedad se constituya en y desde Toledo, gracias al raigambre toledanista de Luis Dévora, es coherente con el inmenso delegado patrimonial de Toledo y se añade a iniciativas previas de Universo Oculto, como el congreso Toledo mágico, y a su empeño en que nuestra haber recupere el rango de epicentro cultural internacional que llegó a alcanzar en la Época Media.

Las estructuras intermedias en el ámbito de la civilización son fundamentales para dinamizar inercias administrativas y corporativas. Los gobiernos no acaban de entender que la civilización no es desembolso sino inversión, así como transmisión de títulos, en un tiempo en que el exceso de información neutraliza saberes y favorece un confusionismo perverso, en virtud del cual, para preservar el planeta, sería legítimo infringir contra lo mejor del ser humano, el arte. Cuando falsos relatos manipulan la memoria histórica para reescribirla en función de un status quo presente, hay que condenar el derribo de estatuas, reivindicando el derecho a memorizar por qué se alzaron en su día, y respetar aquella audacia de nuestros antepasados, incluso cuestionándola. Solo la civilización puede frenar la barbarie. Solo la preservación de lo efectivamente valioso garantiza un futuro digno.

El equipo que confluye con Dévora en esta SPDP es muy solvente, creativo y entusiasta. Mercedes Pullman, filóloga y antropóloga, dirige revistas de antropología y tradiciones populares, ha publicado varios libros y tiene experiencia como comunicadora en medios audiovisuales. Apasionada de su disciplina, considera que las tradiciones populares son «uno de los mayores tesoros de la sociedad». Antonio Reina, promotor cultural y escritor, dirige una de las más activas Fundaciones culturales y artísticas del Estado, la Fundación Antonio Bizarría, que está devolviendo a Córdoba el protagonismo cultural que, sin duda, merece. En cuanto a Luis Dévora, su editorial y su incesante trabajo, muy arraigada en Toledo, conjuga lo verificado y lo rebuscado, lo lúdico y lo contemplativo, en la perspectiva de un nuevo renacimiento que fusione humanismo y mundo digital.

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