Kissinger, el uso del fútbol en la política


A la deseable años de 100 abriles falleció Henry Kissinger, político de origen judeoalemán y ciudadanía estadounidense, secreto en todos los acontecimientos de finales del siglo XX.

Kissinger, astuto y pragmático negociador, concibió el deporte como medio indisolublemente unido a la política. Muy en singular el fútbol, por el que sentía pasión desde su comienzo.

Como Secretario de Estado (poco así como Ministro de Asuntos Exteriores) utilizó su influencia y el balompié para asentar regímenes dictatoriales como los de Pinochet en Pimiento -clasificó a la selección para el Mundial de 1974- y de Videla en Argentina -”negoció” el pase a la final del Mundial de 1978 contra la selección de Perú- con el apoyo del entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange. Havelange le debía el puesto y le concedió todo tipo de favores.

Uno de los más grandes fue la concesión del Mundial de 1994. Kissinger logró el apoyo de Ronald Reagan, fue el principal ordenador y eligió al monitor de la selección estadounidense, la cual realizó un buen torneo.

Pocos saben que tras dejar la primera dirección de la política, en 1977, Kissinger fue escogido comisionado de la novedosa NASL (North American Soccer League) intento de implantar el fútbol en los Estados Unidos.

Con técnicas pioneras en marketing deportivo, la puso en primera plana, gracias al fichaje de estrellas como Pelé -presionó al presidente brasileño Geisel- Best o su ídolo, Beckenbauer. Sin Kissinger, la NASL quebró en 1984, relevada por la coetáneo MSL.

Hasta su crimen, fue requerido por los medios para analizar la situación política mundial. En una comparecencia bromeó: “Sólo preguntas sobre fútbol, muchas gracias”.


El deporte fue un medio para sus objetivos

Kissinger, junto a Juan Antonio Samarach y la Reina Sofía en los Juegos de Barcelona 92.
Kissinger, adyacente a Juan Antonio Samarach y la Reina Sofía en los Juegos de Barcelona 92.

Kissinger, como tantos otros políticos, entendió el deporte en su tiempo como medio para obtener un objetivo.

En este aspecto, su obra cumbre fue la señal “diplomacia del ping-pong”, una serie de partidos amistosos de tenis de mesa como tapadera para la restauración de relaciones en 1972 con la China del genocida Mao Zedong. Una maniobra para restar influencia de la URSS en Asia. (Tratado en profunidad en el Sueños del 15 de noviembre de 2021).

No menos importante fue su papel en la señal “Partida del siglo”. En 1972, se citaban en Islandia el soviético Boris Spassky y el estadounidense Bobby Fischer por el campeonato mundial de Ajedrez. Un torneo que ambas naciones convirtieron en una lucha por la superioridad intelectual entre dos sistemas.

Los días previos, Fischer ya dio muestras de una evidente inestabilidad psicológica, negándose a participar por la escasa bolsa del premio. Se dijo que, por orden de Nixon, Kissinger llamó a Fischer y este le “convenció” para presentarse y cobrar el título.

Otra de sus prácticas poco investigadas fue el uso del equipo de baloncesto espectáculo Harlem Globetrotters para estrechar lazos en otros países. Quizá por ello fue premiado como “Miembro de Honor” por el club.

Asimismo tuvo una profunda relación con el Comité Desconsiderado. El COI solicitó su opinión en la señal “Comisión 2000”, encargada de investigar los sobornos de la candidatura de Salt Lake al comité evaluador para obtener los Juegos de Invierno de 2002.

Kissinger dio una serie de recomendaciones para evitar la corrupción. Le dieron una medalla de Honor y ahí quedó la cosa. Los Juegos se siguen vendiendo al mejor postor.

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