Todo ello ocurre dos abriles posteriormente de la venida del AVE a Ourense y no menos de siete u ocho ayer de que sea una existencia la finalización de los importantes trabajos. Paralelamente, la cambio extranjero que rodeará la ciudad, tiene tramos en obras pero algunos aún no han comenzado o van con retraso.
Todo esto es muy ourensano, muy de eternizarse en los papales y dejar ocurrir los meses y los abriles sin poner a nadie colorado por los retrasos. Pero además es muy ourensano tener AVE desde hace ya un par de abriles, con una ingente cantidad de personas que nos visitan y una ciudad termal que no tiene termalismo y una ciudad comercial con sus empresarios sin exigir un plan de impulso al sector o la pelotón de marca que deberían poner en marcha.
Todo es muy ourensano, sí, porque los que aquí aún vivimos somos así. De toda la vida, vamos.