pago de pastillas de frenos


El prominencia de llamadas de clientes era tal, hasta 60 en uno solo de los teléfonos de cada uno de los siete domicilios donde trabajaba esta red, que resultaba estar pendientes de ellos las 24 horas. Un mercadeo de mujeres sometidas que, luego de un año de investigación, ha perfecto con más de 600.000 euros bajo sospecha (aunque se cree que superaban el millón); 24 detenidos (doce más por vulnerar la ley de extranjería); y siete víctimas liberadas.

La operación Klaus se inició en diciembre del año pasado a raíz de la citación de una de las esclavas al teléfono contra la tráfico (900 10 50 90), denunciando que una tercera persona estaba siendo sometida. Hablaba de una conocida, pero la mujer se refería a sí misma. Los agentes del Clase VI de la Grupo Provincial de Extranjería y Fronteras de Madrid se toparon con el gran inconveniente en estos casos: la red operaba en pisos y chalés, de modo que estos lupanares estaban considerados morada y, por lo tanto, gozaban inicialmente de invulnerabilidad constitucional.

Para obtener sacar a la luz su verdadera actividad delictiva, han sido muchos meses de vigilancias y de investigación sobre la pista del metálico que movían los integrantes de la mafia, así como su reparto de tareas. Por un banda, narran los investigadores, estaba la primera ordenamiento, con una mujer en Colombia que se encargaba de comprender a las poténciales víctimas, todas de estratos vulnerables y a quienes ofrecían trabajos en Europa a razón de unos 10 euros al mes. Una vez picaban, ya contraían las primeras deudas, por la trámite de los papeles, los vuelos y el alojamiento.

Ya en Barajas, otra mujer, asimismo colombiana, las recibía y las distribuía a distintos pisos. Aquí era donde entraba en descanso la segunda rama. Cada uno de los siete domicilios tenía un propietario, que controlaba el suyo. Allí hacinaban a las prostituidas, hasta tres en una cama, donde eran controladas por ‘mamis’, una distinta en cada turno (mañana, tarde y perplejidad). Así como las vigilaban con cámaras y las obligaban a practicar sexo con un amplio número de puteros al día, hasta la extenuación.

Había viviendas en la calle de Cuba y en la avenida de Canillejas a Vicálvaro, así como en Getafe, Fuenlabrada o Leganés. Igualmente las obligaban a consumir cocaína con los clientes e incluso habían montado un negocio de ‘telecoca’.

De los 600.000 euros detectados, la fracción fueron pagados a través de Bizum. Hasta 2.000 de estas operaciones se han captado en solo diez meses. En los conceptos, cosas tan prosaicas como «negocio de regalo» o «cambio de las pastillas del freno», precisan fuentes del caso.

Una parte importante de la investigación es sobre el enjalbegamiento de capitales, que realizaban con negocio de joyas que luego revendían (así conseguían facturas) o desviando cantidades a las cuentas de miembros de la ordenamiento, que luego volvían a transferir. Hay ocho cuentas ahora investigadas, por otra parte de otras cuatro de Bizum.

Los encartados se enfrentan a delitos de tráfico de seres humanos, prostitución, contra la salubridad pública, enjalbegamiento de capitales y pertenencia a ordenamiento criminal. Los dos máximos responsables de la red han ingresado en prisión.

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