el calor y la sequía causan efectos negativos en la agricultura y la ganadería valenciana


La primera quincena de diciembre está siendo excepcionalmente calurosa, con temperaturas que superan en diez grados la habitual en estas fechas, y cierra uno de los otoños más secos desde que hay registros. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) advierte de las consecuencias negativas que están provocando el calor y la sequía sobre las producciones agrarias de la Comunidad Valenciana, tanto las que se encuentran en plena campaña de convento como las que deberían permanecer en reposo para afrontar la temporada que viene.

En los cítricos, la anomalía climática está causando que la fruta no madure correctamente. Este atípico otoño, etapa que normalmente se caracterizaba por la sucesión de lluvias, está obligando a los agricultores a echar mano del riego. El calor incluso está dificultando la erradicación de plagas como la araña o el ‘cotonet’ de Sudáfrica, que llega a propagarse hasta una sexta concepción. El responsable de la sectorial de naranjas de AVA-Asaja, Alejandro Aparicio, lamenta que «estamos asumiendo importantes sobrecostes no previstos en energía eléctrica para regadío y en tratamientos fitosanitarios».

Por otra parte, una de las imágenes más sorprendentes que nos dejan estas altas temperaturas a las puertas de Navidad es la brotación adelantada en frutas de hueso, viñas o aguacates, entre otras producciones que suelen aparecer el ciclo vegetativo en marzo y abril. José Luis Robredo, responsable de la sectorial del caldo, avisa que «los cultivos están en una etapa demasiado vanguardia adecuado a la desliz de frío. Esta ruptura de su ciclo habitual va a provocar que cuando lleguen las heladas dañen las yemas y ya no vuelvan a salir, con lo que habrá menos producción. Cercano a la sequía, esta situación está extendiendo la desilusión entre los viticultores, de hecho algunos están arrancando las viñas más afectadas».

Similar situación viven las hortalizas. Vicente José Cuñat, responsable de la sectorial de hortalizas, declara que «las alcachofas, coles y otras hortalizas de invierno están abriéndose ayer de tiempo adecuado a las cálidas temperaturas». La siembra del cereal, prevista para el mes pasado, se ha pasado alterada por la sequía. Tanto es así que agricultores como Antonio Miguel Álvaro, responsable de la sectorial de cereales, han decidido no sembrar hasta que haya previsión clara de lluvias.

La manada no se ha librado de las consecuencias. Estas temperaturas serían positivas para los animales de no ser porque la sequía ha provocado una reducción de los pastos, así como de las reservas de agua para suministrar al reses. La apicultura está atravesando incluso malos momentos: la desliz de agua, así como el singladura, han ocasionado que las flores se sequen y que en los dos últimos abriles haya cada vez más colmenas vacías. Pascual Del Valle, responsable de la sectorial de apicultura, advierte que «se están alterando los ciclos y ya no hay cuatro estaciones, tan solo primavera y verano».

Urge implementar medidas de apoyo y construir nuevas infraestructuras

Por ello, AVA-Asaja prevé que pueda tener menos cosechas por tercer año consecutivo como consecuencia de las adversidades climáticas. La estructura agraria solicita a las administraciones que establezcan medidas de apoyo a los agricultores y ganaderos afectados por la sequía y las altas temperaturas. Asimismo, urge al Gobierno a adecuar el seguro rural a las nuevas condiciones que impone el cambio climático, introduciendo mejoras en circunscripción de recortaduras como pretende el monopolio de Agroseguro y ejecuta Enesa, la Entidad Estatal de Seguros Agrarios dependiente del Servicio de Agricultura.

Otras reivindicaciones de AVA-Asaja son la construcción de infraestructuras que permitan juntar y distribuir el agua procedente de las lluvias y la envite, por parte de la Unión Europea, de las nuevas técnicas de estampación genética como ya están impulsando otras potencias agrícolas, las cuales permiten obtener cultivos más resistentes a la sequía, el calor o la salinidad, así como achicar el uso de insumos como herbicidas y productos fitosanitarios.

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