La amenaza ‘tragacasas’ de un socavón que no para de crecer en Aranjuez


La crepúsculo del martes al miércoles 15 de noviembre, Manuel oyó un robusto cachete, sintió una intensa traqueteo. Miró por la ventana y no vio falta. Se volvió a adormilarse. Como él, un centenar de vecinos siguió con su vida en los números 2 y 4 de la calle Cáceres, un sillar conjunto de tres cielo construido en 2005, adentro de la cara sureste de La Montaña: un PAU proyectado solo cuatro abriles antiguamente por el entonces presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, en el término municipal de Aranjuez. Se trataba de edificar una gran colonia en una zona de relieve irregular (activada tras la puesta en marcha de un casino, un hotel y un campo de golf), cuya adjudicación recayó en una UTE formada por la malograda promotora inmobiliaria Fadesa y el clase de dirección de casinos Comar).

De revés a la medianoche del sábado al domingo 19 de noviembre, Manuel volvió a escuchar un ruido «poco más robusto». Se asomó de nuevo y esta vez vio un agujero, un socavón de no más de dos metros de diámetro a solo unos pasos de su frontispicio. Serían las 00.15 horas. Poco antiguamente, cerca de de las 11 de la perplejidad, Alfonso bajaba a sus dos perros a la calle y paseaba tranquilamente por el césped que se iba a desplegar en canal. No notó falta. Pero lo cierto es que el suelo se había hundido hasta los 25 metros de profundidad. ¿Sería un pozo? ¿Una equivocación? La información original era caótica. «Otro pequeño del segundo y yo salimos y vimos a la Policía Almacén y a la alcaldesa», rememora Manuel. Sería ya «la 1 y pico».

Sobre las 3 de la crepúsculo, un agente advirtió a los allí presentes de que el hueco «tenía mala pinta». Manuel no lo dudó y se fue a adormilarse con su hermano. El resto volvió a sus casas. «Nos dijeron que esa perplejidad no desalojaban, pero que igual mañana sí», añade otra vecina, pongamos de nombre Laura, tras pedir a este boletín permanecer su anonimato a excepto. Nadie veía falta claro, si casualidad los cimientos del edificio, aunque sin daño estructural visible. Durante todo el domingo, los bomberos y un arquitecto municipal estuvieron trabajando en el circunscripción. «Se escuchaban cosas caer, como tierra», incide la mujer, fiel avance de lo que aún estaba por venir.

El lunes 20 de noviembre, a las 7.30 horas, los servicios sociales del Junta de Aranjuez y la Policía Almacén avisaron puerta a puerta a todos los vecinos. Estos recibieron un documento de tres folios que debían firmar antiguamente de ceder temporalmente sus casas; en el texto se podía analizar lo futuro: «Se observa la presencia de varias dotaciones de Bomberos que informan del colapso y solicitan, al técnico que suscribe (del unidad de Urbanística), que valore la incidencia y el posible peligro adecuado a la proximidad del socavón, escasamente 2 metros, a un edificio de viviendas emplazado en la calle Cáceres, 2 y 4, compuesto de planta depreciación con dos portales de llegada, plazas de estacionamiento, trasteros y tres plantas con 8 viviendas en cada una».

La inspección visual, describía la carta, «en las zonas comunes y en el interior de una de las viviendas de la primera planta, la más próxima al socavón», terminó sin observarse «grietas ni otros daños aparentes en el inmueble». Hasta ahí, falta reseñable. Sin incautación, la nota dejaba un detalle final: «La cimentación del edificio está resuelta con zapatas aisladas, unidas en la zona perimetral mediante zunchos de anudado de hormigón armada de escasa sección, por lo que, si les faltase el apoyo sobre el circunscripción, no podrían permanecer su estabilidad ni la del resto del edificio».

Luego, concluía el consistorio, «no se puede avalar la seguridad y estabilidad de los inmuebles hasta que no se haga un estudio detallado de las causas del colapso del circunscripción, que requerirá de la realización del disección y pruebas geológicas y patológicas detalladas, que pueden resistir un tiempo». Se ordenaba así el desalojo preventivo. A las 9 y poco comenzaron a salir los primeros afectados, una con tres maletas, papeles y medicamentos; otro con sus cuatro gatos y dos perros; todos, en definitiva, con lo primero que salvarían si su hogar fuera pasto de las llamas y escasamente tuvieran tiempo para rescatar sus pertenencias más valiosas.


Los vecinos afectados terminaron de sacar los enseres el pasado martes


IGNACIO GIL

Con una mano delante y otra detrás, llegaba el turno de los servicios sociales. «Nos dijeron que nos daban tres noches en un hostal y que luego hablásemos con la inmobiliaria para encontrar otro tierra», expone la mujer anónima, cabreada por las humedades que presentaba la decisión habitacional de emergencia. Hubo otros que optaron por marcharse a casas de familiares. El revés, no obstante, llegó al tercer día. El jueves 23 de diciembre, el fondo que gestiona los alquileres de la totalidad de los pisos (por suerte, aquí nadie es propietario y no hay hipotecas de por medio), envió un correo electrónico a los inquilinos informándoles de la rescisión de los contratos «por causas de fuerza longevo». Las esperanzas de regresar, si a estas cielo quedaba determinado con ganas de morar adyacente al agujero indignado, se desvanecían por completo.

Tres semanas luego, el martes 12 de diciembre, finalizaba el plazo para poder sacar todos los enseres. Con un relación y bajo la supervisión de la inmobiliaria asignada por la propiedad y la Policía Almacén, los apátridas de Aranjuez acudían a los que han sido sus pisos hasta el mes pasado y echaban un posterior vistazo al socavón. De las 24 familias, 11 han sido realojadas por el mismo fondo en otras viviendas (con un acuerdo nuevo) y cinco están en trámites. Las ocho restantes, en cambio, se han mudado por sus propios medios: «Errata que nos devuelvan la fianza y los días que hemos pagado de locación y no hemos podido estar».

torrevieja news today ha preguntado al concejo arancetano por la marcha de la investigación para vigilar el origen del agujero y sus futuras consecuencias. «No podemos revolver ninguna hipótesis, para ser rigurosos hay que esperar a las pruebas de los expertos y que nos den una visión positivo de los hechos», explican, con el objetivo de tener resultados en dos meses y medio o tres.

Estos llegarán tras la finalización de un estudio geológico e hidrogeológico, de las nuevas prospecciones con dron y de otros disección de laboratorio que incluirán determinación de sales solubles, difracción de rayos X para determinación de especies minerales solubles, edómetros en niveles arcillosos y varias pruebas más «necesarias para la identificación de las causas determinantes». Y en relación a las consecuencias, sostienen que «predecir la posibilidad de que se agrande el socavón es prematuro», si aceptablemente reconocen que su brecha original se ha hecho más ilustre «aunque lo que ha caído es la parte superficial que no tenía soporte».

José María Belmonte es presidente Asocum (Asociación por la colonia de La Montaña); además es concejal del partido independiente Acipa (Agrupación Ciudadana Independiente para Aranjuez). Desde el inicio, ha estado en permanente contacto con los vecinos y la Suministro, sin entender la equivocación de información ofrecida a la ciudadanía. «Me consta que están trabajando, pero hay un ensanche de más de 8.000 habitantes que están preocupados y quieren conocer qué ocurre», advierte a este diario, consciente de que el PAU de La Montaña es un enclave que a lo amplio de su corta historia ha cedido muchos problemas.

Cuestionado acerca de las causas del socavón, Belmonte no se moja, pero advierte de que todo el campo de acción de casas se asienta sobre una zona de montaña: «Se tuvieron que tapar los desniveles con arena y otros materiales a fin de alisar el circunscripción y obtener que fuera urbanizable». Estos días han recuperado un estudio encargado por la propia Suministro tras explayarse una carretera cercana al agujero en 2010: el resultado, un viario extendido sobre una zona de vaguada muy acusada y un relleno de considerable prestigio.

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