José Martínez Domínguez, el indesmayable Pepe de O Pereiro



Mi primer contacto con Pepe Martínez, allá por principios de siglo cuando se apuntó a todo lo relacionado con caminatas oficiales, grupos de senderismo, por su pasión por el deporte de la marcha. Era uno de esos habituales, ahora con el grupo de Willy del campus universitario, ahora con el de Pumar y el mío trotando por esos senderos., o los fines de semana largos en España o Portugal. Un teléfono fijo con el que contaba y que daba tanto ánimo a los demás como si fuera él mismo.

Pepe, un mesquito nacido en O Pereiro, de ahí Pepe de O Pereiro, que es ese pueblo que te encuentras después de pasar otros dos cuando cruzas la frontera de Zamora en el camino de Santiago, se jactaba de ser un hombre de esa calaña. Frontera luso-ourense de Manzalvos, Cávados, Chaguazoso o Esculqueira. que antes del paso a la adolescencia se trasladó con su familia a la ciudad para estudiar en el ya desaparecido Cisneros, entre As Burgas y la Plaza Mayor, donde es un lujo disfrutar de las aulas de profesores de renombre, entre ellos Xocas.

Desde muy joven aún participó en el proceso fundacional de Coren, y después como empleado en la incipiente Caja Rural, luego absorbida por Caixa Galicia donde se jubiló, que fue cuando empezó a dar rienda suelta a su afición a los paseos, como continuación de aquel que, único fiestero, asistía a todas aquellas alrededor de él. La provincia adelantó con Conchi, su viuda, con quien celebró frecuentemente algunos bailes, además de los de las fiestas de toda la provincia, y animó los del Liceo con más de medio siglo de matrimonio.

También me hablan de la fidelidad a torrevieja news today de la cual soy suscriptor desde hace 53 años; uno de los lectores más veteranos y fieles.

Con Pepe, aquel hombre que, a sus ochenta años, tenía intacta la ilusión y la curiosidad por adquirir conocimientos en las clases de último año que se impartían en el Campus de Ourense.

Se interesó con emoción incontenible por las próximas marchas por la montaña, lo que no le impidió participar en las carreras urbanas que se organizaban; fue uno de los participantes o participante de mayor edad en el San Martiño donde fue distinguido como el más veterano, recibiendo el premio +Sport de este diario por su esfuerzo y ejemplo deportivo. Nos dejó a la edad de 86 años con una viuda afligida y tres hijos, disfrutando también de un nieto muy apegado a él.

Pepe, te recordaremos como ese personaje irrepetible y fiel de los paseos. al cual no renunciaste excepto cuando surgió algún impedimento de última hora. En cada reunión me decías: “¿Qué marcha haces este domingo?” Incluso con alguna leve indisposición estabas dispuesto a incorporarte a esos senderos de las escarpadas montañas como el más dispuesto. Ahora habrás estado soñando con esos paisajes donde tu felicidad se manifestaba en exclamaciones y en esos ojos expresivos de emoción. A su viuda, Conchi, a sus hijos y a su nieto, el dolor de su partida y el ejemplo que deja de hombre infalible y de afición ilimitada al paseo.

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