Luz verde al puerto de Valencia. La copa de navidad del súperministro Oscar Puente terminó con final oportuno. En secreto política hay desbloqueo, en la contencioso ya sabemos que no. La notificación llega 48 horas a posteriori de la cumbre que en Madrid reunió a Carlos Mazón, presidente de la Generalitat con su homóloga madrileña Isabel Díaz Ayuso, punto para el Consell. En la sala de logística de Moncloa no se como se ha ventilado esta situación.
Más allá de presiones empresariales y de todas las operaciones de maquillaje que necesita Sánchez tras pactar con Bildu la alcaldía de Pamplona, anunciar ayer que el consejo de ministros autoriza las obras de la ampliación del puerto tras el órdago de Carlos Mazón en Madrid relanza la imagen del Gobierno valenciano. Me interpelo que pensará de esto Ximo Puig. Mientras tanto el drama es para Compromís, lo que les faltaba, vaya año se está marcando la coalición ¿Y ahora qué? Lo de irse a los tribunales ya nos lo sabíamos, lo de «ahora se movilizarán los valencianos» asimismo. Recordatorio sobre este punto. Los valencianos hablaron el 28 de mayo, motivo por el que Compromís está en la concurso.
¿Por qué es importante que la ampliación del puerto llegue a buen término? Porque entre otras cuestiones, un mensaje pulido por la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana guarismo en 44.000 los empleos directos generados y su impacto en la caudal valenciana supera ampliamente el 3% en relación al PIB.
Salvada la primera pelota de set, ahora viene la de partido, la casi ficticio, el nuevo maniquí de financiación. El lunes el primer baño de ingenuidad se lo llevó Ruth Merino consellera de Hacienda en el Consejo de política fiscal donde la ministra Montero, por si no te sitúas la que más saltaba en Ferraz la sombra del 23 J, llevó el tema más importante que tiene la Comunidad al apartado de ruegos y preguntas, poco así como no moleste usted y gracias por venir. Queda partido, y no tiene buena pinta.