Hace tan solo un día que dábamos como positivo el referencia de que la provincia detenía su sangría demográfica y ganaba habitantes gracias a la inmigración, pero ya hoy tenemos que contrapesar ese optimismo. Ourense ha perdido en el zaguero año 1.500 empresas, la mayoría de autónomos. El comercio, que vive tiempos convulsos, y las jubilaciones dejan un reguero de inactividad congruo preocupante.
El cambio de modelo es total. Los modelos de negocio que triunfaron hace décadas hoy no tienen futuro y las motivaciones laborales de ayer no tienen cabida hoy. De ahí que concluyamos que el proceso de acondicionamiento no está siendo obvio, ni será rápido y mucho menos cómodo.
Eso, de soslayo, será un nuevo hándicap para Ourense. Si resulta que vienen muchos inmigrantes para equilibrar la demografía y se aferran a negocios de hostelería y comercio, y estos tienen un futuro engorroso, el progreso censal o la recuperación de actividades económicas siquiera estarán de nuestro flanco.
Qué poco duran las alegrías en la casa del escaso.