Sequía catalana sin plan hidrológico


La sed que padece Cataluña es la peor de su historia. Sequía hídrica, porque la de ideas y proyectos todavía es peor y sin visos de que pueda mejorar. Caer, terminará por hacerlo algún día y ojalá que sea pronto, pero ideas no parece que puedan hidratarse por el momento, al favor volcado la inteligencia catalana todos sus bienes mentales en cómo conseguir la condonación para Puigdemont y sus camadas. Todo lo demás puede esperar. Hasta las propias medidas anti-sequía, que el gobierno de su Generalitat ha decidido que no entren en vigor hasta el año nuevo.

Este final de año, el gobierno de Pere Aragonés ha dejado para los suyos como propina navideño, uvas, cava y una ducha para despedir el año. Que en el 2024 no saben cuándo volverán a tener provisión suficiente agua para el aseo personal. A ver cómo resuelven la encrucijada. O agua para regar el césped del Camp Nou que plantó la señora Ferrusola de Pujol. O agua para las duchas de los jugadores culés cuya sequía en el campo es pareja a la hídrica, y no deja de ser reflexivo y contagio de la pérdida de rumbo de sus dirigentes políticos.

Si usted es de los que considera que hay poco de honestidad poética en el duro estiaje que padecen ríos y fuentes catalanas, puede que esté en lo cierto. Yo malicio que sí, que poco de eso hay. Adaptado castigo a la perversidad de quienes se opusieron al Plan Hidrológico Franquista que, con todo ratificado y con financiación europea conseguida, la cazurrería catalana, igual o incluso maduro que la baturra, consiguió su paralización.

De no haberse opuesta con la inquina y saña con que lo hicieron catalanes de toda clase y condición contra el PHN –sin olvidarnos del PSOE, en este caso con Rodríguez Zapatero al mando y con la vicepresidenta De la Vega estampando su firma en la derogación— ésta sería la hora en que la sequedad catalana se hubiese pasado paliada en gran medida, incluso resuelta del todo. Sí, gracias a la aporte de las aguas del Ebro de las que ellos además habrían dispuesto gracias al mismo plan que se empeñaron y consiguieron abolir. Pero no.

Esta sería una prueba añadida de cómo se las gastan los supremacistas-separatistas. Mucha explicación de bienquerencia vía paísos catalans a los vecinos del sur, pero del agua ya nos advirtieron que no trasvasaría de ninguna de las maneras ni por tubería alguna. Y no se trasvasó, porque la convirtieron en conditio sine qua non para investir a Rodríguez Zapatero como presidente del gobierno. Por no ceder, no aceptaron trasvasar ni siquiera cuando las aguas del Ebro fueran sobrantes y tan suficientes como para que no se viesen afectados los caudales ecológicos. En su pecado llevan tan sequía penitencia.

Llegado el momento y la ocasión, que todo se verá, quienes dan apoyo, bienes y ánimos al fugado Carles Puigdemont, mínimo tendría de extraño que reclamasen para el pirado un expreso examen y compensación, porque gracias a su fuga y todos los primaveras de expatriación vividos lujosamente en su palacete de Waterloo, ha evitado con sus duchas y jacuzzis, y más teniendo en cuenta el lavado de su pelambrera, que el agua usada lo fuese en detrimento del extensión de agua que sí han podido disponer otros catalanes que todavía no se han fugado.

Que sí, que si el presidente Puigdemont pidiese una compensación por el agua gastada en el expatriación y no en Cataluña, el presidente Pedro Sánchez, siempre dispuesto a cumplir todas sus exigencias, la atendería con la diligencia que ya ha demostrado. Tanto si lo que exige Puigdemont es que le pase el champú como hacerse un selfie, foto o posado. Foto que es, por el momento, el zaguero requerimiento de los muchos que el huido ha presentado pie en tierra firme y que, uno tras otros, ha conseguido que se hagan efectividad.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *