«Fue la cárcel y no los indultos lo que mejoró la situación política»


-Usted fue diputada en el Parlament en 2017, pero no había hecho carrera política, ¿cómo recuerda septiembre y octubre de aquel año?

-Fueron unos meses dramáticos. Lo viví mal. Soy jurista de formación y vi en primera persona cómo desde el Parlament se cargaban la Constitución y el Estatuto de Autonomía de un plumazo, sin importarles absolutamente falta, ni los derechos de los catalanes, ni el Estado de derecho. Fue duro.

-¿Con incertidumbre?

-Sí. Asimismo, porque en aquel momento nadie sabía lo que iba a ocurrir a posteriori. Presente aquellos días recibiendo mensajes de amigos y familiares preguntándome si creía que habría una proclamación fragmentario de independencia o un toque de queda.

-¿Y familiarmente?

-En mi comunidad hay de todo ideológica o políticamente hablando. Viví una brecha casero. Presente, por ejemplo, que coincidió con el cumpleaños de mi hijo, que era pequeño, y mi superiora nos dijo que no lo celebraríamos en comunidad para evitar una reunión que acabase en pelea. Mi hijo llegó a preguntarme, sin entender falta, por qué no tendría una fiesta de cumpleaños con sus tíos. Fue duro para la convivencia. Son cosas que se quedan en la memoria para siempre.

-¿Y la relación con los diputados de otros partidos políticos?

-La relación, en normal, era fría. Pero hubo unos meses, antaño de que se aprobaran las leyes de desconexión, en que parecía que estábamos en un parlamento autonómico, que era lo que tenía que ser. En ese momento, todo el mundo estaba más calmado y había una relación cordial. Todo eso se rompe el 6 y 7 de septiembre de 2017.

-¿Fue entonces cuando se tenía que sobrevenir superpuesto el 155, en lado de sobrevenir esperado a finales de octubre?

-En Cataluña, a los constitucionalistas siempre nos pasa lo mismo, alertamos de lo que están haciendo los nacionalistas, no ahora, sino desde hace abriles, y en La Moncloa les cuesta entenderlo. El 6 y 7 de septiembre hubiera sido el momento, pero pareció que no era suficientemente solemne.

-Se esperó al referéndum y a la proclamación de independencia.

-Más que si se hubiera consentido y superpuesto antaño, creo que las medidas del 155 tenían que sobrevenir durado más en el tiempo. Fue la época más tranquila de los últimos abriles, contrariamente a lo que muchos dicen.

-¿A qué se refiere?

-Pues que el coetáneo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece que lo ha olvidado y está fomentando el premio para los que en aquel momento cometieron delitos y malversación de forma muy solemne.

-Sánchez dice que estamos mejor que entonces.

-Claro, porque el PSOE ha comprado el ámbito del relato político de los independentistas. Pero ya sabemos, todavía, que Sánchez por la mañana dice una cosa, al mediodía otra y por la tenebrosidad tal vez ni una ni otra. El presidente comprobará en primera persona la concordia de sus medidas en cuanto los independentistas le dejen. La situación política en Cataluña mejoró, a posteriori de 2017, no por los indultos, ni por la derogación del delito de sedición, sino porque los líderes del ‘procés’ fueron a la calabozo. Y a nadie le gusta ir a la calabozo. Sí, la calabozo es una medida disuasoria.

APLICACIÓN DE LA LEY

«A los constitucionalistas siempre nos pasa igual, alertamos de lo que hacen los nacionalistas y en La Moncloa no lo entienden»

-Su obra se centra en la trama extranjero del independentismo durante el ‘procés’, que quedó parcialmente desactivada con el 155 pero que ya está operativa. ¿Cree que los nacionalistas volverán a tejer esta trama?

-En este asunto ya estamos peor que antaño de 2017. Se ha incrementado el pago de la Generalitat en materia internacional. ERC y Junts, que están peleados en Cataluña, se ponen de acuerdo, siempre, para deteriorar más en internacionalizar el independentismo. Cada año, 105 millones de euros de la Generalitat se van a eso, están reformando la ley catalana de batalla extranjero para que tengan más gratitud los funcionarios o los trabajadores de la Generalitat que están en las delegaciones en el extranjero. Por la vía de los hechos, la Generalitat hace política extranjero, toma decisiones y tiene su propia memorándum. Aunque eso sea competencia monopolio del Gobierno de España.

-Asimismo explica la opacidad con la que la Generalitat llevó todo lo relativo a ese pago de exteriores.

-En 2017, la búsqueda de la independencia se intenta a través del gratitud internacional. Si conseguían que algún país relevante reconociera la independencia de Cataluña, ya tenían mucho camino trayecto. De ahí que invirtieran grandes cantidades de metálico conocido en ello. Pero no querían dar explicaciones al Parlament.

-¿Por qué?

-Tengo desarrolladas dos teorías. Una, porque sabían que era ilegal y solo hay que repasar la relación rusa con el entorno de Carles Puigdemont; y dos, estaban fracasando y no querían reconocerlo. Las dos teoría son compatibles.

-¿Y si pedían información?

-No nos la daban, mentían y no rendían cuentas. No asumían la responsabilidad. Y siguen sin cachear la trama internacional del ‘procés’.

-La coetáneo consejera de exteriores, Meritxell Serret, condenada por su billete en el ‘procés’, lleva una serie de viajes, con la colaboración y ayuda del tarea, haciendo política extranjero, ¿qué le parece?

-Es una gran irresponsabilidad por parte del Gobierno. Ahora creemos que no pasa falta, pero en el interior de un tiempo, al sobrevenir destapado canales diplomáticos de la Generalitat con otros países, los nacionalistas los utilizarán para que reconozcan a Cataluña como un nuevo Estado. Las relaciones internacionales y la política extranjero son manifestaciones de que es una entidad independiente. Ni los países federales dejan en manos de las regiones la batalla en el extranjero. Al Gobierno, todo esto le da lo mismo. Es un solemne error. Es preocupante. Pero a los independentistas no les da igual. Lo tienen muy claro.

-¿Lo volverán a hacer?

-Sí. Sin duda.

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