Un hogar para desahuciados por la enfermedad o la vejez


Un auténtico pueblo construido de la falta -en un valle idílico entre la montaña alicantina y el Mediterráneo- hasta llenarlo de vida y atenciones para los desahuciados por la enfermedad o la vejez. Fontilles se ha convertido posteriormente de 120 primaveras de historia en una relato mundial para contender contra la lacería, aunque los avances de la medicina permitieron pasar este mal y ahora ha ampliado miras para «seguir siendo útil a la sociedad», por lo que se ocupa de personas con complejidad sencillo y dependientes. Con el mismo espíritu de procurar un hogar a quienes la vida les deja pocas oportunidades.

Primero como pioneros, cuando sus dos fundadores, el padre Carlos Ferris y el abogado Joaquín Ballester, asumieron aquella aventura de apañarse medios económicos y humanos para cuidar y aislar a los leprosos en un entorno ideal, entre sierras y descubierto alrededor de el mar para que se ventilara con el singladura, y luego convertidos en verdaderos «héroes» por las dificultades, en este difícil atesoran infinidad de anécdotas y humanismo. Esas etiquetas que pone Yolanda Sanchis, directora de Medios y Comunicación, están más que justificadas falta más echar un vistazo a las instalaciones y a sus moradores actuales.


Las instalaciones y servicios de esta entidad alicantina y valenciana se han reorientado para atender a otras personas vulnerables.


JUAN CARLOS SOLER

Queda la plaza con su cronómetro de portada y los vestigios de una alquería, el bar, hasta el teatro en el que sólo actuaban los propios residentes enfermos en este pequeño universo hermético, tan cerrado que incluso construyeron una muralla de tres kilómetros en torno a acarreando piedras y argamasa en las pendientes crestas del monte por el rechazo auténtico que suscitaba el hospital en los pueblos cercanos, correcto al miedo a fugas de internos que pudieran contagiarles la lacería. Costó 200.000 pesetas de hace un siglo, por otra parte del esfuerzo de comprar 700 parcelas de propietarios particulares para disponer de este espacio.

Otras exigencias de la época, en este caso la moralidad, hicieron que hubiera un edificio para hombres, otro para mujeres y un tercero para los casados, aunque con el paso de los primaveras, surgieron algunas relaciones de pareja y hubo hasta quienes consiguieron celebrar su casorio fuera y regresar para proceder juntos.

Medicina social

«Esto fue una lazareto que surgió aquí por exigencia, porque en esta comarca había muchos casos que vivían por separado, los había hasta en cuevas, no se hizo este hospital por casualidad», rememora, sobre los orígenes, el coetáneo director médico de lacería del centro, José Ramón Gómez, un vitoriano que llegó voluntario y luego con un arreglo de tres meses que se ha prolongado hasta hoy, 37 primaveras posteriormente.

«Fueron construyendo edificios, vinieron los jesuitas, luego las religiosas franciscanas y empezaron a asistir pacientes; entonces había tanta lacería que poco a poco se hicieron más, pues en el primer pabellón ya no cabían», continúa su relato, sobre unos tiempos de penuria en los que «no había tratamiento para contender contra la enfermedad» y todos estuvieron recluidos hasta 1945, cuando se pudo entablar a matar al raíz.


José Ramón Gómez, director médico de la Fundación Fontilles, con varias construcciones del auténtico pueblo edificado originalmente en el interior de la provincia de Alicante para atender a enfermos de lacería.


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Gómez resalta que Fontilles «tiene una historia interesante porque en esos primaveras se hizo una muy buena medicina social, había mucha pobreza y se les daban mejores condiciones de vida, higiene, nutriente, unos cuidados, porque la lacería es una enfermedad cutánea de la pobreza». Aprendían un oficio, convivían en avenencia y algunos se quedaron para siempre.

Como hoy casi nada queda una decena de residentes sin síntomas, que quieren terminar sus días allí, este médico pasa ahora temporadas en otros países donde sí hay lacería, por ejemplo, ha estado primaveras «trabajando, no de asueto» en Brasil con Pedro de Casaldáliga, propuesto para el Premio Nobel de la Paz, y en prácticamente todos los países sudamericanos y una decena de africanos. Mientras en España casi nada hay una prevalencia testimonial de una docena de casos al año, en el mundo son unos 220.000, sobre todo, en India, Brasil, Indonesia y África, donde faltan estadísticas. Ahora mismo, Gómez acaba de regresar de Mozambique, con un peña de españoles que encontraba un caso al día.


Personal de Fontilles en un plan de cooperación internacional de detección de la lacería en la India.


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Por desgracia, sigue siendo una enfermedad de la «pobreza» y Fontilles coopera en varios proyectos internacionales para su erradicación o, al menos, reducción, uno de ellos con la OMS. «Si diagnósticas pronto y tratas aceptablemente, es como una dolencia leve, sin importancia, si no, causa parálisis, mutilaciones, heridas, hay que educar a la población», apostilla este médico, acompañado por una investigadora de la Universidad de Alicante que prepara su juicio.

Disparidad sencillo y daño cerebral

Una de las actividades recién implantadas en este difícil la desempeña el Centro Ferris de Disparidad Cómodo, que en diciembre registró el primer ingreso y hace unos días ya completó el cien por cien de su ocupación, con medio centenar de plazas. «Se han incorporado figuras profesionales de fuera y el personal que ya estábamos trabajando en el geriátrico, que nos estamos formando para atender a este nuevo perfil de personas que viven con nosotros, porque ahora son más jóvenes, entre 18 y 65 primaveras», explica Miriam Pellicer, directora de este sección.

«Las evacuación igualmente son diferentes, más ocupacionales y de ocio, y por lo que se ve hay mucha demanda, para este tipo de personas, el entorno natural no influye demasiado, es más la intervención que se hace por parte de los profesionales, se intenta, aunque no estemos cerca de un núcleo urbano, que ellos sigan teniendo la conexión con la comunidad y se sigan viendo integradas adentro», detalla, acerca de otras peculiaridades de este nuevo servicio, diferente al de antiguamente a los enfermos de lacería en cuanto al divisor de la ubicación.

En emplazamiento de aislamiento, por otra parte, con estas personas se indagación lo contrario, y una de las residentes, Omara, lo expresa con entusiasmo: «Lo que más me gusta son las actividades guiadas, cuando vamos a los pueblos». Contenta de la novedad de dar su declaración para este reportaje, se muestra extrovertida y deja claro que está al día de la presente, sobre todo, sigue «el famoseo», tal como comenta, mientras posa con coquetería para la cámara y deja claro que se maneja perfectamente con su móvil, sin limitaciones por su discapacidad.


La directora del Centro Ferris de Disparidad Cómodo, Miriam Pellicer, adyacente a Omara, una residente.


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De nuevo, Fontilles ofrece una especialización que no está apto en muchos sitios, la atención a personas con daño cerebral, adentro del más genérico de la complejidad sencillo, con plazas concertadas que financia la Generalitat Valenciana, por lo que resultan más o menos asequibles a las familias, en función de sus ingresos.

«Se están programando muchísimas actividades interactuando con los pueblos más cercanos, como Orba, Denia, Pego o Vall de Laguar», indica Pellicer, que en estos momentos está en la grado igualmente de dar a conocer el Centro Ferrís, lejos de en las «instituciones», en la sociedad, en universal.

Geriátrico con centro de día

El antiguo edificio de las enfermas de lacería se ha reconvertido igualmente y hoy cuenta con 84 plazas de geriátrico y una docena de centro de día. «Hay dependientes en diversos niveles, en una planta está la masa más autónoma y en la otra los que más dependencia tienen y algunos con un montón de renuncias», describe la directora de este centro para mayores, Raquel Miró.


La director del Geriático y Centro de Día, Raquel Miró, con personal del difícil y un beneficiario.


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Les sirve la experiencia de la atención a enfermos de lacería para algunas tareas de Botiquín, como tratar las úlceras por presión, y en este sección se ocupan de personas de toda la Comunidad Valenciana, mientras que en el caso del centro de día, obviamente proceden de un radiodifusión más cercano de unos 25 kilómetros, ya que no pernoctan y se manejo de personas con más autonomía. En cualquier caso, la demandasupera su capacidad coetáneo, porque cuando comunican una devaluación a la Generalitat, se cubre con otro beneficiario al instante.


Cristina Ferrer, técnico de laboratorio.


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Con estos nuevos servicios, Fontilles adquiere unos aires de modernidad y sofisticación, dotado con terapias y tecnologías novedosas y un laboratorio al que vienen cursillistas de varios países, sin olvidar su rico pasado, con una recuperación en marcha de instrumental utilizado durante décadas para contender contra la lacería. Y sin perder aquella medio de lugar singular con la personalidad que da el altruismo de sus moradores, del que quedan huellas como los monumentos donados desde municipios alicantinos como Elda, Monòver, una escultura réplica de la Dama de Elche, con algunas de estas obras esculpidas con teselas recicladas.

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