“Emitimos un comunicado desde nuestra asociación para que todos los compañeros estén alerta y cada día nos llaman para avisarnos de casos”, afirma Thor Rodríguez, presidente de la Asociación Compostela de Hostelería.
Café La Morena fue una de las primeras víctimas de la ciudad. Uno de los integrantes de la ‘simpa band’ preguntó al encargado del local si podía cargar su móvil dentro del establecimiento después de haber comido. Él respondió que sí.
“Luego bajé al sótano a por unas cosas, cuestión de segundos, y cuando volví arriba, mi móvil no estaba, ni ellos tampoco”, explica Gustavo Mato, hotelero. Denunció el incidente a la policía. En total perdió más de 60 euros. “Comieron lo que quisieron y te ves estúpido. Es una impotencia”, lamenta.
Poco después, en un restaurante italiano de Santiago, pasó lo mismo. Michaela, propietaria de L’Incontro, asegura que, como ya habían recibido el comunicado de la patronal hotelera de la ciudad, estaban atentos a lo que pudiera pasar. “Una camarera sospechó de una pareja y trató de vigilarlos después de la comida”, cuenta. Pero en un instante, cuando se agachó para recoger algo del suelo, la ‘pandilla de simples’ comenzó a correr. Los persiguió “y logró atraparlos hasta que llegó la policía. Unas horas más tarde estaban haciendo lo mismo en otro restaurante”, explica Michaela.
Se consideran delitos menores.
En este caso, la cuenta ascendía a más de 80 euros y, también en esta ocasión, no se abonó el importe, a pesar de haberlos alcanzado. Cuando se trata de pequeñas cantidadesmenos de 400 euros, se consideran delitos menores, por lo que los infractores vuelven a la calle.
La Policía Nacional ya ha recogido diferentes denuncias, pero anima a los hosteleros a seguir haciéndolo. Cuantos más delitos se acumulen, antes se podrán tomar medidas contra esta pareja, peor pesadilla de verano de los restaurantes y bares de Santiago de Compostela.