«Vi el coche volando desde mi ventana»


Nadie que viviese aquel 20 de diciembre de 1973 puede olvidar lo que estaba haciendo cuando se enteró de la informe del crimen de Carrero Blanco, entonces presidente del Gobierno de Franco. Este es el relato de algunos de quienes presenciaron la crisis y sus consecuencias: Cristina Mejías y Luis Bittini, habitantes de Claudio Coello 104, que habían compartido coalición con los terroristas sin saberlo; el jesuita Millán Regato, el posterior testimonio vivo de la comunidad de Maldonado y los políticos José Miguel Ortí Bordás y Fernando Suárez, que vivieron los últimos coletazos del franquismo desde sus despachos.

 

1


Los vecinos del sexto de Claudio Coello 104, desde la casa donde lo vieron todo


Ignacio Gil

Cristina Mejías y Luis Bittini

«He gastado un coche volando por la ventana». Ella llamó a su marido al trabajo para cerciorarse de que no estaba loca. Cristina y Luis fueron vivían puerta con puerta con los terroristas y vieron el coche de Carrero estallar

-Luis, estaba hablando con mamá y he gastado un coche volando por la ventana.

Cristina Mejías llamó a su marido al trabajo casi para convencerse de que lo que acababa de ver desde la ventana de su casa, un sexto asfalto en la calle Claudio Coello 104, no había sido una quimera. Aún no lo sabía, pero acababa de ser testimonio de un momento histórico: el asesinato de Carrero Blanco. «Pensé que era una crisis de gas, en aquel momento no había atentados», cuenta hoy desde el mismo sillón desde el que telefoneó a su marido. Por fortuna, Cristina había dejado a su hijo en la ruta escolar hacía ya un rato. Al salir de casa, del portal 104, no había reparado en los obreros con macaco celeste que estaban en el portal conectando lo que parecían entonces unos cables de las farolas de la calle. «Estaban conectando la granada, pero para mí entonces una cosa no tenía conexión con otra», afirma.

Recinto.

El portal del 104 de Claudio Coello, en 1973


torrevieja news today

Tras escuchar el gran estruendo, Cristina encendió la radiodifusión y solo escuchó música sacra, en área de la lanzamiento habitual. Llamó inmediatamente a los bomberos, que le pidieron que no se moviera de casa. Atemorizada, porque si el causante de la crisis era una fuga de gas podía repetirse, bajó a la calle y vio el enorme boquete frente a su portal. Aún no ha olvidado el tremendo olor a gas que había. «Si el coche llega a caer de este banda, nos destruye el asfalto», comenta Luis Bittini.

Aunque a los vecinos de las plantas más bajas se les rompieron los cristales de las ventanas (en el sexto solo se les quebró una pequeña mesita de cristal), milagrosamente todos salieron ilesos excepto la hija del guardameta, que resultó herida leve. La pequeña estaba en el semisótano del banda contrario al de los terroristas, pero el tabique de su habitación se cayó del impacto, relatan Cristina y Luis. El guardameta, que era policía, había estado conviviendo albarrada con albarrada, sin saberlo, con los terroristas. A los vecinos les dijeron que los nuevos inquilinos eran escultores y que los ruidos y olores que salían de su asfalto provenían de las herramientas que usaban. Nadie sospechó nulo más. «Nosotros fuimos a ver a la pupila al hospital esa confusión y el guardameta, al que luego destinaron a Badajoz, nos dijo que ya estaban identificados. No nos dieron extirpación con interrogatorios, pero sí tuvimos que recolectar los escombros de la chola», añade esta testimonio. «Rememoración asimismo que al salir del colegio el peque me dijo: ‘Mamá, que han puesto una granada’. Le respondí: ‘Pues ni te vas a imaginar dónde ha sido…’», rememora Cristina.

2


El jesuita Millán Regato


torrevieja news today

Millán Regato

Llevaba dos meses viviendo en Madrid. En el momento de la crisis pensó que lo que había estallado era una caldera. Hoy es el único jesuita vivo de la comunidad donde cayó el coche

Aunque hacía casi nada dos meses que se había mudado desde la casa y colegio de la calle Maldonado al Colegio-Residencia de Profesores Universidad Pontificia de Comillas en Cantoblanco, esa mañana Millán Regato tenía cita con unos novios en la parroquia de San Francisco de Borja. En el coche, escuchó en la radiodifusión una informe de una crisis en el arrabal de Salamanca, y en un segundo flash informativo ya hablaban de Claudio Coello y de los jesuitas. «Mi primer pensamiento fue que podía acontecer sido la caldera de la calefacción, que es una máquina enorme, y digo a ver si somos los jesuitas los culpables», relata este religioso de 93 abriles. Cuando vio el tumulto en la calle Maldonado, enseñó a la Policía el DNI, en el que ponía que aún vivía allí, y le dejaron advenir. El padre superior le dijo entonces que la casa estaba cerrada a todo. No eran ni las diez de la mañana, relata Don Millán, que añade que, a Dios gracias, no había niños en el colegio porque acababan de darles las receso.

Un par de días más tarde, cuenta, volvió a Maldonado para ver si les autorizaban una boda que iba a celebrar el 28 de diciembre. El coche seguía en la terraza, y fue a preguntar a algunos padres que seguían viviendo en la casa si habían gastado qué sucedió. «Me contaron que retumbó todo, y que cuando miraron al patio central vieron un amasijo de hierro equívoco y pensaron que había caído una avioneta», rememora el religioso, que admite que el suceso despertó mucha curiosidad en la comunidad. Uno de los religiosos incluso vio en la guantera la novelística que estaba leyendo el escolta o el chófer, «y quedó impresionado porque el compendio trataba de un suerte».

El 28 de diciembre toda la residencia seguía cerrada, pero Don Millán recuerda que se le permitió celebrar la boda, con unos pocos invitados, en la capilla. El coche seguía en la terraza. Abriles más tarde, en otra coincidencia casi milagrosa, este jesuita volvió a advenir por Claudio Coello y vio unas cámaras filmando: era la película que hicieron sobre el atentado abriles más tarde: ‘Operación Basilisco’.

3

José Miguel Ortí Bordás

Sentado en su despacho, aquella mañana del 20 de diciembre de 1973 recibió una llamamiento de un periodista con la informe: «Pregunté si estaba seguro»

José Miguel Ortí Bordás, entonces consiliario franquista del Movimiento y procurador en Cortes, estaba en su despacho en la plaza del Rey cuando sonó el teléfono: «Un amigo de la prensa me dijo que había muerto Carrero Blanco. Le pregunté si estaba seguro; me dijo que sí y colgó». Ese es el primer rememoración que tiene este político de la mañana de aquel 20 de diciembre. Nadie podía imaginar que pasase poco así, pero entonces, admite, las medidas de seguridad eran «casi inexistentes». La segunda imagen que viene a su memoria es la del cuerpo del almirante en el hospital, tapado con una sábana blanca. «Rememoración que vivimos un momento de tensión, porque de repente el marqués de Villaverde me miró fijamente y dijo: ‘Esto se ha podido producir por los que piden tanta transigencia‘. Y yo me sentí aludido, porque era uno de los aperturistas», rememora Ortí Bordás, que admite que, aunque el almirante y él estaban en las antípodas políticas Carrero Blanco fue «un hombre muy corriente, más cultivado que la imagen que ahora se tiene de él».

Tras el atentado, la gran pregunta era: ¿Y ahora? «Eso lo pensó todo el mundo, la gentío del Régimen, la examen, las distintas facciones políticas… Incluso se lo plantearon en el extranjero, porque esas semanas me llamaron muchos corresponsales extranjeros para preguntarme qué iba a suceder luego», asegura el que fuera vicesecretario común del Movimiento Franquista, que sostiene que el atentado no cambió el rumbo de la Transición. «El Rey la tenía más o menos pergeñada gracias a Torcuato Fernández-Miranda desde harto ayer de que Carrero Blanco fuera famoso presidente», admite. «Sí creo que hay un ayer y un luego respecto a ETA. A partir de ahí se ve que no estaba limitada geográficamente y que no se limitaba siquiera a asesinatos puntuales».

4


Fernando Suárez


Matias nieto

Fernando Suárez

Hoy, es el posterior ministro vivo de Franco. En 1973, era director del Instituto Gachupin de Migración y tenía una cita irresoluto con Carrero Blanco. Cree que el atentado no cambió la Transición: «Carrero habría dimitido en cuanto se lo pidiera el Rey»

Por su parte, Fernando Suárez, el posterior ministro vivo de Franco, era entonces director común del Instituto Gachupin de Migración, y, aunque tenía irresoluto una audiencia con Carrero Blanco, no llegó a conocerlo personalmente por el atentado. Eso sí, no se olvida de la imagen del entonces Príncipe Juan Carlos presidiendo el cortejo fúnebre, «un acto de gracia». Suárez asimismo defiende que al atentado no alteró el devenir de la Transición: «El almirante era un patriota, un marino obediente, y en cuanto el Rey se lo hubiese pedido habría dimitido».

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *