«La única forma de que lo rural tenga vida es dar servicios a los polígonos»


Con «poquitos grandes» y «muchos pequeños». Así es el atlas de los polígonos industriales en una comunidad amplia y dispersa como Castilla y Bizarro, en el que conviven los púbicos de titularidad estatal, autonómica y municipal, los privados y los público-privados, y ni siquiera hay un cálculo exacto de cuántos hay. Un enrevesado tejido que desde la recientemente reactivada Unión de Polígonos Empresariales de Castilla y Bizarro (Fepecyl) tratan de aglutinar y así sumar «fuerza» de cara a la interlocución con la distribución. Y es que, asegura su presidente, Antonio Rodríguez, «lo que intentamos es que de lo mucho que aportamos, que nos devuelvan un poco». Las empresas que allí se encuentran, recalca, suponen una parte muy importante del PIB, calculada en casi la medio a nivel franquista. Pero esas 6.000 áreas empresariales que se reparten por el distrito franquista «no» son suficientemente valoradas ni reconocidas, lamenta.

«Por lo menos, que escuchen nuestras reivindicaciones y que sepan dónde estamos», reivindica en su clamor por el asociacionismo. Que se conozcan, subraya el igualmente presidente del polígono vallisoletano de San Cristóbal, el «más amplio «de Castilla y Bizarro y el «tercero» de España y que aporta el 10 por ciento del PIB de Valladolid, reivindica. Que se sepa lo que hay para que quien quiera aparearse una empresa conozca lo que se ofrece. Eso sí, advierte Rodríguez, a parte del «problema» de la pequeña dimensión de algunos, destaca que liberal el siglo XXI tienen entre sus principales demandas contar con unos servicios generales adecuados: energía, iluminación, agua, conexión a internet, viales «decentes», pues los hay en los que «no puede entrar ni un camión porque no tiene forma de torcer».

«La única forma de atraer inversión a esos polígonos y que la zona rural tenga vida es dándoles servicios. Si no tienen servicios, es muy difícil», incide el presidente de Fepecyl, quien insiste en la idea. Lo tiene claro. «Cuantos más servicios tengas tú, más vas a atraer a la multitud», dice, recordando cómo una dotación como la jardín de infantes en el polígono de San Cristóbal fue esencia para que «muchos matrimonios» se planteasen lucir niños. Que un polígono «tenga los servicios de un hotel de cinco estrellas», resume sobre lo que persiguen, consciente de que con los abriles en que estuvo paralizada la Unión «se ha perdido un tiempo importante». Pero, valora, han decidido embarcarse en un «barullo» con «ilusión y ganas» y la idea clara de que en esta lucha la colaboración público-privada es «esencial». Y advierte frente a los planteamientos de habilitar suelo industrial sin pensar más allá: «Lo que tú no puedes hacer es aparearse un polígono y marcharte, porque entonces va destinado al fracaso». «Es más practicable la continuidad de una empresa ubicada en un polígono que sola», añade.

Castilla y Bizarro tiene una ubicación «muy conveniente» para la actividad industrial «que tendríamos que servirse». Eso sí, continúa Rodríguez, es central disponer de infraestructuras y servicios para los espacios industriales. En este sentido, reconoce que el futuro Corredor Atlántico como vía de vertebración de Europa «nos puede venir muy correctamente», aunque, lamenta, todavía «está muy, muy, muy verde». La emplazamiento inmediato a Madrid tiene «sus convenientes e inconvenientes». Y otro ‘pero’: «No nos sabemos entregar» en Castilla y Bizarro al ser «tan sumamente cerrados», por lo que apela a «ir cambiando un poco de mentalidad».

Un escollo más: la descuido de personal. Aunque advierte de que como «toda la vida» están «los profesionales del paro», igualmente «mucha multitud no encuentra» trabajo porque «no está orientado ni formado». «Hay que enseñar a la multitud y motivarles a que tengan apetencia e ilusión de poder trabajar», afirma.

Sobre la contemporáneo situación de «incertidumbre» a la que se enfrentan las empresas la define como «colosal». Para Rodríguez, se nota en que «se están frenando inversiones» y igualmente las personas «guardan» ahorros. «El moneda, como vea un problema se va corriendo. Es lo más miedoso del mundo. Está clarito. Sale de espantada», señala. Y lamenta que ahora que habían «empezado un poco a ver la luz» tras el azote de la pandemia del Covid-29, se ciernan «desde hace unos meses» sobre los empresarios planteamientos «que nos perjudican». La actividad «se ha ralentizado» y medidas como humillar horarios laborales deben ir acompañados de conocer «a costa de qué», pues el temor a que se toquen los impuestos no se va.

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