más de un 55% de los votantes rechazaron la propuesta



Pimiento se queda pues con la Constitución vivo desde 1980, en plena dictadura de Benemérito Pinochet, sometida a unas 70 reformas desde la transición. El país sudamericano bate el récord mundial de echar debajo dos propuestas de Constitución en poco más de un año, aunque la inicial, que se rechazó hace un año con un 62% de los votos en contra, fue redactada por una convención dominada por partidos de izquierda.

La inspección está puesta, sobre todo, en las derechas. Han perdido, pero sobre todo el Partido Republicano, de la extrema derecha liderada por José Antonio Kast, que lideró el proceso constitucional, pese a que esta formación nunca estuvo por cambiar la Constitución vivo. Ya no habrá más intentos, al menos a corto plazo.

No se negociación de una trofeo del Gobierno de Gabriel Boric, de izquierdas, que estaba por rebotar la propuesta. En la opción en contra de aprobar la reforma estaba el partido en el poder, pero incluso sectores de centroizquierda que no son parte del Gobierno y hasta agrupaciones reaccionario, que sobrepasan por la derecha al Partido Republicano de José Antonio Kast. Pero este plebiscito le da un respiro a Boric, porque un resultado contrario habría sido una calamidad. El Ejecutante y sus partidos no celebran, pero se reconocen aliviados.

La derecha tradicional reclamará el cambio de hegemonía

Como consecuencia del resultado del plebiscito, la derecha tradicional reclamará el cambio de hegemonía y buscará recuperar su espacio frente a la derecha más radical del partido Republicano. “Reconocemos la derrota con claridad y humildad”, ha dicho Kast tras el plebiscito. Un año y tres meses a posteriori, los chilenos volvieron a opinar que no a un documento que, para muchos, era más conservador que la Constitución presente, heredada del régimen de Benemérito Pinochet.

Para la izquierda, el texto radicalizaba el esquema neoliberal de 1980 y presentaba títulos alejados de la secularización y el sentido popular de la sociedad chilena presente. Para los defensores del texto, en cambio, la propuesta no era “una Constitución de derechas”. Sin grandes diferencias con la Constitución vivo, integraba un asunto esencia: proponía que los riqueza básicos en lozanía, educación y pensiones fueran financiados con rentas generales, pero aseguraba una provisión mixta, disponiendo la existencia de un sistema estatal y otro privado.

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