De ruta con Inma Sanz, la brújula de Almeida que nunca descansa: “Madrid nos acogió cuando murió mi padre, siendo una niña, y trabajo para que la ciudad siga siendo así”


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En la frenética memorándum diaria de Inmaculada Sanz (Zamora, 1977) hay dos epígrafes que son asuntos de Estado: María, de nueve abriles, y Rodrigo, que hoy cumple ocho. El despertador golpea como un verga a las 7.00 de la mañana y, tras un rauda repaso a la presente, y un activo a la carrera, ella y sus dos hijos se suben a su transporte particular para poner rumbo al cole. Tiene que ocurrir un cataclismo para que esa ruta auténtico se mueva un milímetro. Si destino, los viernes, un día luego de la Reunión de Gobierno -es la portavoz-, puede colarse alguna que otra carcajada. «Suele ser habitual que los informativos de la mañana de las radios metan algún corte mío. Los viernes siempre me voy escuchando y los niños se parten de risa: ‘Mamá, dices cosas rarísimas’».

La excursión oficial de la vicealcaldesa de Madrid, la más poderosa de España, arranca tras completar el protocolo: «Sin el beso de los peques cada mañana nunca me voy a trabajar. Si se les olvida, vuelven a dármelo». Dice que los padres suelen ser respetuosos cuando recoge a los niños, aunque alguno, de vez en cuando, le deja algún misiva de índole municipal. Y recuerda qué pasa cuando va su marido: “No acaba de enterarse demasiado de los cumpleaños y demás. Los viernes, por lo universal, siempre me llevo algún chaval puesto. Suele venir a casa algún chaval que no es mío”.

Son cerca de las 9.00 horas cuando ingresa en el Palacio de Cibeles por la agitada calle Alcalá, subida al Skoda oficial del Concejo. Allí lleva unos minutos esperando GRAN MADRID para escoltar durante su alucinación a quien es el auxilio esforzado de José Luis Martínez-Almeida en esta sesión. «Hoy la memorándum está harto cargada», advierte Laura Medina, su jefa de ministerio. «No te vas a estomagar», bromea Nacho Carchenilla, principal de prensa. El tráfico ha apretado el ya de por sí asfixiado temporalizador de Inmaculada Sanz, que cruza la puerta de su despacho, en la cuarta planta, aún sin maquillar. Le demora en su primera posta Antonio Prieto, regente de Madrid Sanidad, para preparar un acto de vaivén de soledad no deseada, adicciones y inoculación.

“Sentí cólera con la corrupción del PP”

– ¿Se sueña con ser política?

– No, pero sí que siempre tuve una gusto de servicio divulgado muy temprana. Siempre me gustó mucho la política desde muy pequeña. Conmemoración de adolescente ver debates sobre el Estado de la Nación con 13 o 14 abriles. Siempre me han interesado mucho los temas que son comunes de todos.

– Los casos de corrupción en el PSOE de los 90 marcaron su adolescencia, pero luego se encuentra con situaciones similares en el PP. ¿Qué le generó aquello?

– Entre otras cosas, cólera. Yo había entrado efectivamente en política como examen a todo eso que se estaba viendo de las Filesas y demás. Y cuando ves que hay algunas personas de tu partido que se han estudioso de sus cargos para para ese tipo de hechos, pues te da una profunda cólera. Pero no se puede inculpar a toda una ordenamiento las actuaciones individuales de las personas. Me sirvió para tener más fortaleza en mis principios. Pensar que necesitamos muchedumbre que defienda con firmeza sus ideas, que tenga títulos y que, por supuesto, no se vaya a corromper nunca. Eso es lo más importante que a mí me enseñaron desde que era muy pequeñita. Tener títulos, integridad y coherencia en la vida.

Sanz, en su despacho de Cibeles.
Sanz, en su despacho de Cibeles.ANTONIO HEREDIAMUNDO

La sala, habitada hasta junio por Begoña Villacís (su delegado es un psicodélico perro blanco de porcelana ¿olvidado? adjunto a la puerta), tiene ahora el toque personal de su nueva inquilina. Carpetas y tacos de folios ordenados al milímetro en la estantería, rotuladores acomodados estratégicamente sobre la mesa de ordenador, dos cojines con la bandera de España y varios retratos adjunto a Almeida, dos de ellos con sendos abrazos de lo más icónicos: uno, tras abrazar el concejal número 15 en las elecciones de 2019; el otro, luego de abrochar la mayoría absoluta, hace poco más de seis meses. Incluso hay una gélida instantánea con un paisaje nevado de su Charcal de Sanabria, en 1982. «Es mi vía de escape», pronuncia Sanz con un poso de nostalgia.

Porque la vida, tantas veces tan retorcida, la empujó por la fuerza hasta Madrid. Su padre fallecía cuando al punto que tenía 11 abriles y su mama se echó a la espalda a ella y a su hermano, de 15. Detrás dejaron un restaurante y una carnicería, en Cubelo de Sanabria. «Vendió lo que pudo y nos vinimos a la caudal. Conmemoración con horror los primeros abriles, fue un palo muy duro. Mi mama tenía que trabajar 10 o 12 horas diarias y nos veíamos menos de lo que queríamos. Primero trabajó en lo que pudo y más tarde entró de jefa de cocina del Hospital de Alcorcón. Así fue como nos sacó delante. Todo lo que tengo en la vida se lo debo a ella. Madrid nos acogió en aquel duro momento y ahora trabajo para que la ciudad siga siendo así». Es la advertencia en voz ingreso de La Ministrica, como la llaman en el pueblo por el apodo de su clan –Los Ministros-, quien ahora ejerce de brújula en el Palacio de Cibeles.

“No me planteo ser alcaldesa”

Inma regresa al presente y se zambulle en su ordenador para firmar una catarata de documentos. «No sé cuántos abriles estaré aquí, pero estos momentos me los guardo». Su equipo le mete prisa porque en al punto que media hora toca hacer vaivén del dispositivo de Navidad con los mandos de los servicios de seguridad y emergencias municipales (Policía Municipal, SAMUR-Protección Civil y Cuerpo de Bomberos). Son poco más de las 10.00 y hay que desplazarse hasta la Casa de Campo, donde se encuentra la Mando de la Policía. Javier Hernández, coordinador universal de Vicealcaldía, e Ivo Villalba, director de coordinación territorial, y quien más abriles lleva adjunto a Inma, son asimismo su sombra. «Ella tiene todo el Concejo en su persona», sugieren otras voces, mientras una agente la recibe con el saludo oficial. Allí, tras casi una hora de reunión, acude a un recién reformado concurso donde recibe una chaqueta muy singular de la Policía con sus iniciales.

Inma Sanz posa con una chaqueta de la Policía.
Inma Sanz posa con una chaqueta de la Policía.ANTONIO HEREDIAMUNDO

De regreso a Cibeles, José Fernández, delegado de Políticas Sociales, Tribu e Igualdad, aguarda en su despacho. «Esto es como el médico: lo mejor es ir a primera hora, si no, va acumulando retraso», apuntan en los pasillos del Consistorio. Los dos preparan otro acto para el día ulterior e Inma no deja de tomar notas. Su cuaderno contiene muchas de las notas de la partitura municipal.

– Si la aventura de Almeida concluye en 2027, ¿se imagina al frente del Concejo?

– No es poco que me plantee. Partido a partido (insinuación a Simeone… y al principal). Tenemos un tesina que me entusiasma y al corregidor le veo con muchas ganas. Luego, no es un decorado que tenga en mente.

– ¿Y se ve toda la vida en política?

– No, no lo creo. Para todo hay etapas. Esto me tira mucho, pero son momentos. Y en alguno me gustaría existir fuera de España. Estoy en el punto profesional más adecuado de mi vida.

– ¿Habría cambiado perder las elecciones municipales por obtener las nacionales?

– La situación de España es muy complicada y lo va a ser más, pero creo que Madrid es esencial en la política doméstico. Somos un pared de contención en las políticas de Sánchez y la izquierda. Es difícil contestar. Lo ideal para los españoles habría sido un Gobierno como el que tenemos en Comunidad y ciudad. España se está perdiendo un magnífico presidente como Feijóo, pero estoy segura de que más pronto que tarde llegará.

– ¿Se arrepiente de alguna osadía tomada?

– Las tomas de decisiones nunca vienen con una preceptor de lo que va a ocurrir al final. Siempre hay una parte de incertidumbre. Pero yo de verdad que trato de tomar las decisiones pensando en el perfectamente global y a partir de ahí, si nos equivocamos tenemos que sacar la pata.

Gallardón, Aguirre, Ayuso y Almeida

Hace ya unos minutos que el temporalizador ha driblado el mediodía y, con el tiempo amoldonado, en el salón de reuniones contiguo a su despacho, Inma prepara la Reunión de Gobierno con su equipo. Incluso está presente la directora de Comunicación del Concejo, Sonia Sánchez. GRAN MADRID interrumpe por sorpresa la cita: «¿Ha dimitido Matilde García?». Todos guardan silencio sobre la hoy ex Coordinadora de Alcaldía, aunque hace días que allí es vox pópuli. La confirmación de la anuncio compartirá protagonismo durante la excursión.

Sanz y su equipo, antes de comer.
Sanz y su equipo, antaño de manducar.ANTONIO HEREDIAMUNDO

A eso de las 15.00, unos recipientes de aluminio con comida iluminan la sala de reuniones. Tortilla de papa, croquetas y fingers de pollo. «Suelo tomarme dos o tres Coca Colas al día», apunta la número dos de Almeida, que trabajó con Aguirre y Gallardón. Siempre ha contado con la abundancia de Ayuso y Almeida…

– ¿Cuál es su secreto?

– Es verdad que hubo una época complicada (se refiere al caso sobre el espionaje a Ayuso), pero fue felizmente superado. Soy una persona que tiene facilidad para hurtar perfectamente con la muchedumbre. Llevo muchos abriles en el partido y he conseguido un cierto respeto de mis compañeros.

De todo cuánto asoma en su horizonte, es la cita con Almeida la más peliaguda. Y no por ningún tema en singular, sino, simplemente, porque para el corregidor la puntualidad es (casi) tan importante como el Fornido. Por eso Inma mira una y otra vez la hora. Acude como vicesecretaria del PP al Colegio de Registradores y, de regreso a Cibeles, recibe a Álvaro González, delegado de Políticas de Vivienda, con el tiempo amoldonado. «Inma es como una mama», bromea.

“Necesito a alguno como ella”

Son cerca de las 18.30 cuando Almeida abre las puertas de su despacho. Es él quien esta vez hace esperar a Inma (y al resto del séquito). Mientras, por la otra puerta, Matilde García, el nombre del día, escapa con una sonrisa cómplice. El corregidor lleva las mangas de su camisa remangadas. Tiene toda la pinta de que ha sido un día duro, tras la salida oficial de su coordinadora.

– Corregidor, ¿no estará pensando darle a Inma las labores de Matilde?

– [Risas] No, Inma se merece un respiro.

– ¿Por qué eligió a ella y no a otro/a?

– Necesito a alguno que sea capaz de admitir el día a día del Gobierno y esa es Inma. Me facilita la quehacer y ella es mi única mano derecha. Esta es para Inma.

– Vicealcaldesa, ¿discuten mucho?

– Más perfectamente poco, la verdad. Hay criterios distintos, pero es difícil discutir con él. Cuando ve que hay una cierta tensión, dice poco y la reducción. Y en universal yo asimismo suelo eludir el conflicto, soy una persona tranquila. Nos conocemos desde 2005, con Aguirre, pero hasta 2015 no empezamos a trabajar juntos y tratarnos de modo más directa.

Sanz, durante su cita con Almeida.
Sanz, durante su cita con Almeida.ANTONIO HEREDIAMUNDO

Los dos departen casi una hora. «Que no se relaje nadie», le pide el corregidor. Son las 19.11 cuando Inma vuelve a sus dominios. Le demora Paula Gómez-Angulo, concejal de Tetuán.

Salimos de Cibeles rumbo a la calle de Los Yébenes. Alrededor de la copa de Navidad del PP del distrito Latina, donde asimismo estará Díaz-Pache, portavoz de Ayuso en la Asamblea, cuando suena el teléfono. Son María y Rodrigo, que dormirán con su abuela y quieren despedirse de mamá.

– Puede que no sea muy vistoso, pero mi día a día es así. Y estoy en un momento en el que disfruto de lo que hago. Soy castellana recia [ríe].

Inma entra en el restaurante, toma el micrófono y brinda, deseando que suene el despertador para admitir de nuevo al cole a sus niños.

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