La abertura producida por la erupción, que alcanza ya los cuatro kilómetros y que continúa avanzando, está atrayendo las miradas de algunos curiosos que se acercan para poder verlo con sus propios fanales. De la grieta fluyen más de 100 metros cúbicos de magma por segundo.
Algunos de los presentes lo tildan de “película”, mientras que otros lo miran con longevo respeto. “La magma que tenemos detrás podría sepultar la ciudad, tengo sentimientos encontrados”, afirma uno de los testigos. La mezcla de fuego y hielo genera imágenes hipnóticas y dignas de ser presenciadas.
Retrasos en algunos vuelos, pero ninguna abolición
Felizmente, este engendro ya estaba anunciado, y los 4.000 habitantes de la población más cercana habían sido evacuados hace más de un mes. Sin incautación, no por ser esperada deja de ser imponente y peligrosa, y la Policía islandesa trabaja para respaldar la seguridad y poner una serie de límites a aquellos que quieren verla en persona, asegurando el dominio cercana a la erupción y cerrando todas las carreteras.
Una vez se notificó el inicio de la erupción, las autoridades de Islandia declararon el estado de emergencia. Por otra parte del peligro obvio de la magma, las cenizas pueden dispersar sustancias tóxicas y hay una central geotérmica muy cercana al emplazamiento de los hechos. De momento, el tráfico vaporoso no ha sufrido más que retrasos, tal y como ha informado el ministro de Exteriores islandés, Bjarni Benediktsson.
Según datos de la Oficina Meteorológica de Islandia, la actividad sísmica se está desplazando alrededor de el sur, por lo que la erupción podría prolongarse en la dirección de Grindavik. En 2010, una erupción sobrado más importante que esta trajo las cenizas hasta España y canceló más de 100.000 vuelos en toda Europa.