La bolsa reacciona en positivo a la compra de Telefónica pero todavía quedan muchas incógnitas



Más de un millón de españoles tiene invertidos sus ahorros total o parcialmente en Telefónica. El primer café del miércoles trajo a este colectivo una notificación agradable desde un punto de apariencia patrimonial. Sus acciones crecían el +4,21 por ciento a 3,71 euros (10:00 horas de Madrid) –con picos del 7 por ciento durante la mañana— como respuesta a la operación de operación aprobada por el Gobierno la tarde inicial.

La tribu profesional de inversores, sin confiscación, desayunaba entre reuniones de necesidad para analizar la situación y prever el impacto de la reverso del Estado a la operadora 25 primaveras luego de abandonarse los antiguos monopolios.

Esta resultón esquizofrenia es habitual. Las estadísticas de más de tres décadas de operaciones en el IBEX 35 delatan que la primera reacción a un anuncio de operación es que la cotización presente se iguale al precio propuesto. Telefónica lleva, encima, meses por debajo de sus títulos razonables (cerca de de los 4 euros) por lo que se considera una “energía baratura”, según el conjunto de fuentes consultadas para este artículo.

El anuncio del Gobierno no despeja a quién comprará el 10 por ciento que pretende. De modo que los inversores deducen que acudirá a bolsa en vez de ponerse de acuerdo con alguno de los grandes accionistas ya presentes (BBVA y Caixabank eran los dominantes). Y es que de existir un pacto así, conforme a la legislatura presente, ya se debería sobrevenir hecho sabido.

Con esa razonamiento, las órdenes de operación hacían nalgas en los sistemas de la Bolsa de Madrid. Quieren comprar ahora para poder entregar luego al Estado, que actuará a través de la SEPI, y embolsarse la diferencia. “Forma parte de la presión compradora”, explican desde Renta 4 Lado. Esta entidad calma más compras directas como las del miércoles. La primera consecuencia del camino predilecto por el Ejecutor es que al Estado la operación le saldrá así más cara. Pero este contexto, por ahora, rema a amparo de los 1,2 millones de españoles invertidos en la firma centenaria.

Qué pasará en el futuro de Telefónica

En el reverso de la situación, las dudas sobre lo qué pasará en el futuro de Telefónica se apilan y podrían penalizar la cotización pasada la entusiasmo auténtico. Es lo que temen los analistas que conocen admisiblemente la compañía. Y los recelos nacen en otra participada por el Estado: Indra (dedicada, esencialmente, a la industria marcial). La SEPI, la misma útil que se utilizará ahora para entrar en Telefónica, provocó una crisis en junio de 2022 en esa firma al forzar la destitución de varios consejeros independientes.

La respuesta en bolsa fue demoledora para Indra, con pérdidas del 30 por ciento en casi nada tres meses. Asustó que las decisiones se tomen con criterios distintos a los intereses empresariales, y en última instancia de los accionistas, para primar los políticos. Y ahora, Telefónica evoca “a lo que sucedió en Indra”, explica José Lizán, de Rreto Magnun Sicav. “La política –continúa— puede afectar [a Telefónica] al tomar decisiones no tan enfocadas a la rentabilidad, si no a los intereses del Gobierno”.

Con él coinciden otras grandes firmas de los mercados españoles: Mirabaud Securities, GVC Gaesco, Alantra Equities… La inventario aportada por finanzas.com el miércoles que aflora la misma desconfianza sobre la reverso del Estado a Telefónica basándose en lo conocido en Indra alpargata a la destreza totalidad de los operadores estratégicos.

Los argumentos del gobierno

Los argumentos del Ejecutor de Pedro Sánchez siquiera convencen. Y es que el argumento de comprar una porción de control en Telefónica para protegerla de Arabia Saudí no arraiga entre los expertos. “La medida es completamente innecesaria, ya que el Gobierno tenía muchas formas de proteger a Telefónica sin aprieto de entrar en su renta”, señalan fuentes de Alantra Equities.

De hecho, Arabia Saudí, a través de su SEPI (conocida por las siglas STC) pretendía comprar el 9,9 por ciento de Telefónica y, por ahora, sólo ha podido suscribir un 5 por ciento. Para alcanzar la totalidad, necesita la autorización del Gobierno. El Servicio de Defensa castellano todavía analiza si faculta o no la operación de la porción restante pretendida desde Riad. Para el mercado, habría bastado con desmentir esa autorización. Ahora en Telefónica habrá dos gobiernos: el castellano y el saudí. Cada uno con sus intereses y sin aclarar si optarán a nombrar a consejeros.

Lo que sí es evidente ya para muchos es que la irrupción de España y Arabia Saudí en el accionariado de Telefónica rompe los equilibrios existentes hasta la plazo, con BBVA y Caixabank protagonizando su particular gozne de tronos adentro de la operadora.

Temores iniciales al beneficio, las bolsas y el Gobierno castellano están acostumbrados a convivir. Así que no se descarta que los ánimos se templen. El Estado tiene 22.000 millones invertidos en compañías del IBEX 35 y no todas las experiencias han sido tan traumáticas como la de Indra. Pocos discuten el buen tono de la convivencia entre el renta privado y el sabido en Caixabank, que ‘heredó’ al Estado como socio (a través de una entidad conocida como Frob) al absorber Bankia. Ni siquiera en momentos de tensión política, como la venida del impuesto extraordinario a la banca, rompió las buenas relaciones.

¿Ocurre lo mismo en Europa?

En el entorno europeo, la presencia estatal en las telefónicas dominantes siquiera es extravagante. Francia, Alemania e Italia poseen participaciones mayoritarias de los operadores referentes en esos países. París tiene el 23 por ciento de Orange; Berlín atesora el 31,7 por ciento de Deutsche Telekom y Roma, el 9,81 por ciento en Telecom Italia. La amor de este planisferio es que, con las grandes capitales europeas asentadas sobre sus telecos, parece complicado que salgan delante las grandes fusiones pendientes en el continente. Alphabet (propietario de Google) y Meta Platforms (dueño de Instagram y Whatsapp) serán, en última instancia, los grandes ganadores de este río revuelto.

Otros se harán fuertes en España entre tanto ruido: Digi, que se beneficiará de los límites que Bruselas ponga la fusión Másmovil-Orange, y los nuevos dueños de Vodafone en España (Zegona) serán prácticos y agresivos comercialmente mientras Telefónica despeja su futuro. Por ahora, los de José María Álvarez-Pallete insisten: su plan importante sigue vivo.

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