El acusado niega que intentara asesinar a su excuñado en las fiestas de 2021 en Toledo: «Fui a un concierto»


Cristian, que tiene derecho a mentir, sólo contestó a las preguntas de su vehemente abogado en el madurez contra él por la tentativa de homicidio de Josué, su excuñado, durante las fiestas de agosto de 2021 en Toledo. «Yo no traté de matarlo ni lo disparé», afirmó este miércoles en la Audiencia provincial, donde hubo un inusual y amplio despliegue de la Policía Franquista y de la Número Civil, interiormente y fuera del edificio, para evitar una refriega entre las familias de los dos.

El dibujado, de etnia gitana como todos los implicados en este asunto, reconoció que estuvo el día 20 en el ferial de La Peraleda con su primo Abraham, pero «para ir a un concierto y tomar copas». Justificó así que vieran su coche, un BMW, por el circuito, donde llegó un poco antaño del tiroteo y de donde salió a una gran velocidad poco posteriormente.

Sin retención, Josué mantuvo que Cristian fue quien lo disparó varias veces y quien lo dejó en apero de ruedas. De esta forma traumática testificó el hermano de Miriam, una verde que tuvo un gurí con Cristian, de quien se separó más tarde. «Hace cinco primaveras que no veo a mi hijo», lamentó el reo, para quien el fiscal pide 16 primaveras por dos delitos «acreditados», una solicitud que la inculpación particular eleva hasta los 32 primaveras.

En cambio, el abogado de Cristian pide la excarcelado absolución porque «no hay ninguna prueba», por otra parte de desacreditar la instrucción de la Policía Franquista, que contó con la colaboración de la Policía tópico. «Josué ha tomado el pelo a la Conciencia», aseguró el culto, quien reclamó que «no se mienta por obtener la razón». Habló todavía del «refrendador espantajo» que la Policía no localizó para que declarase en el madurez, en el que se vivió momentos muy tensos.

Conmovió ver al padre de Josué empujar la apero de su hijo para que declarara en la sala. «Me dijo que venía a por mí y a por mi sobrino», aseguró el verde, que fue operado a vida o homicidio tras el tiroteo y que tiene todavía una discapacidad psíquica diagnosticada del 44 por ciento. Y contó al tribunal que, antaño de perder la consciencia por los cuatro balazos recibidos, le dio tiempo a gustar a Miriam para decirle que había sido Cristian.

La hermana de Josué soltó que Cristian «no verá al gurí» y que su expareja no se merecía ni el medio que respiraba, por otra parte de afirmar que el día de autos «quería ponerse a mi hijo a la fuerza». Relató que se intentó solucionar las desavenencias entre las dos familias, pero tanto unos como otros se acusaron en la sesión de no respetar las decisiones de los «gitanos viejos» ni su ley.

La presidenta del tribunal recondujo al padre de Miriam cuando Ramón deseó en voz adhesión «la homicidio para ellos», en indicación al supuesto autor del tiroteo, a su primo Abraham y al padre de Cristian, todavía procesado por presuntas amenazas a la clan de Josué. Ramón habló de miedo entonces y ahora, mientras que su esposa, Inés, explicó cuál es el día a día y las deyección de su hijo Josué desde que se quedó en apero de ruedas.

La instructora de la Policía Franquista defendió el trabajo realizado durante la investigación, que les condujo a asimilar que Cristian y su clan abandonaron la misma indeterminación del tiroteo la ciudad de Guadalajara, donde vivían, y que se marcharon para Málaga. Un compañero de la inspectora dirigente explicó que se había hecho «todo lo humanamente posible» para identificar y encontrar al único refrendador presencial, que la defensa tildó de «refrendador espantajo».

Los procesados sólo respondieron a preguntas de sus abogados, aunque Abraham logró que el fiscal retirase su inculpación durante la recitación de su mensaje definitivo, pero no así la abogada que representa a Josué.

Los dos letrados de los tres acusados cargaron las tintas contra la instrucción policial, que desacreditaron absolutamente, por otra parte de referirse a una «doble mentira en el atestado y en el plenario», y de pedir «ser un poquito más serios». «Miriam dirigió toda la investigación», sentenció sin rodeos uno de ellos antaño de preguntarse quién era «esa persona adhesión y flaca» que habló con Josué poco antaño de los disparos, pero del que no se sabe nadie.

«Las mentiras tienen las patas muy cortas», resumieron las defensas, que trataron de sembrar la duda en el tribunal profesional, cuya presidenta tuvo que reprender varias veces a familiares de los encartados por su comportamiento en la sala.

«No existe ni una sola prueba ni indicios contra Cristian», recalcó su representante procesal, quien solicitó la «inmediata puesta» en liberación de su defendido. Igualmente se permitió advertir al fiscal que se dedicase a las artes literarias, cubo el contenido de su escrito de inculpación, así como pedir la nulo de las escuchas telefónicas grabadas al entorno de Cristian en un caso con dos familias aparentemente enfrentadas por la figura de un gurí.

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