No estaba muerto, estaba de parranda



Ya se habían olvidado de lo que era celebrar una triunfo? No era de asombrar. Pero el COB ha vuelto (COB Returns que dirían en Hollywood). Era el día para hacerlo. Llegaron los operarios para asfaltar el socavón en el que se habían metido los ourensanos con cinco derrotas seguidas. El Alicante no se podía escapar triunfador del Pazo. Por lo civil o por lo criminal, que diría el recordado Luis Aragonés. Y para eso hubo que presentar una lectura del equipo ourensano que, comparada con la del final mes, fue caviar aún estando muy acullá de la perfección.

Y es que jugadores, técnicos, directivos, aficionados y hasta un señor de Cuenca que pasase por ahí sabía que el contraveneno para muchos males pasaba por una palabra: defensa. Volvió a morder el COB. A meter manos y cuerpo, a hacerle difícil la vida a un rival elegante y efectivo por costumbre. Hubo momentos que Kacinas defendió hasta a su propia sombra. Es más, incluso la acabó sacando de quicio. Pero como él, el clan completo. Comportamiento y aptitud de la mano.

Encima, en ataque hubo cosas. Ideas más claras y ejecuciones más acertadas. Y Turner, claro. El Turner de los dos primeros partidos que las lesiones, fracturas e inseguridades lastraron posteriormente. Sumó 20 puntos y ahí se quedó porque tuvo problemas con las faltas (alguna pitada “de aquella guisa” por Paula Leyenda). Dosis de confianza para el estadounidense que tiene que ser precisamente así, procreador y arrojador. Porque le viene adecuadamente a él, porque le viene adecuadamente al resto.

Y no se confundan, que cantaría la eurovisiva Chanel. El Alicante no llegaba como invitado a aplaudir a la resurrección cobista. Llegaban en muy buena dinámica y con casi todo su plantel avispado. Tiene mérito la recuperación ourensana por el fondo, la forma y el rival.

Luego está el Pazo. Día entre semana, media ciudad con constipado o similares, unos saliendo por Navidad y otros todavía sin entrar… Pero aún así entrada a tener en cuenta y gargantas finas y seguras para patalear la friolera de 0 reproches a los suyos pese a la mala jugada y empujarlos cuando se necesitaba.

Fue un alucinación al pasado fresco. A ese octubre de todavía pantalón corto y cierto bronceado, cuando el COB arrancaba ilusionando al personal. Ese equipo no estaba muerto, estaba de bulla. Ahora el calendario pone exámenes por delante. Pero este triunfo es balsámico y obliga a creer. Por lo menos, la primera tanda de turrones, el cobismo se los tomará con una sonrisa y una copita. O unas cuantas.

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