Piden cinco años de cárcel por vender droga para el asesino de las niñas de Alcàsser


La Fiscalía solicita una pena de cinco abriles de mazmorra para Miguel Ricart, único enjuiciado y condenado por el triple crimen de las niñas de Alcásser, por traicionar droga en un narcopiso que regentaba en el extrarradio barcelonés del Raval.

En el escrito de incriminación del profesión divulgado, se acusa a ‘El Rubio’ -condenado en 1997 a 170 abriles de mazmorra por los asesinatos de Miriam, Toñi y Desirée- de un delito contra la salubridad pública tras ser detenido a finales de 2022 en una operación antidroga llevada a límite por la Policía Urbana y los Mossos d’Esquadra en Barcelona.

Días posteriormente del arresto, Ricart quedó en osadía con cargos y la obligación de comparecer en sede sumarial cada dos semanas hasta la celebración del pleito, todavía sin vencimiento prevista. Al respecto, la Fiscalía mantiene que se se dedicaba a la distribución en pequeña escalera de sustancias estupefacientes, sobre todo de cocaína y heroína. Califica que había convertido el tráfico de drogas en su «medio de vida» y que guardaba en el citado narcopiso todo el material ilícito.

En sus diez abriles de osadía tras confiarse en 2013 el centro penitenciario de Herrera de la Mancha gracias a la derogación de la doctrina Parot, Ricart ha vivido a heroína entre la marginalidad, la droga y la caridad. En 2021, fue localizado en un narcopiso de Carabanchel (Madrid) posteriormente de mudarse a Francia durante varios abriles. No obstante, nunca ha dejado de estar vigilado en el radal policial.

A las dos semanas de ser detenido, concedió su primera entrevista en treinta abriles al podcast de ‘El Rincón del Disidente’, donde arremetió contra Antonio Anglés, el otro considerado autor material del crimen de Alcásser y prófugo de la neutralidad en las últimas tres décadas, y sostuvo que «no pudo retractarse de poco que no hizo». A su antiguo amigo y compañero, lo calificó de «basura carente de humanidad y sentimientos. Un hombre muy frío y calculador«.

En relato al caso Alcàsser, Ricart se autoproclamó una «vanguardia de turco», puesto que «algunos le querían inculpar sin pruebas». «Me querían a mí», dijo, aunque insistió en que no recordaba dónde se encontraba el 13 de noviembre de 1992, el día que secuestraron a las niñas en la entrada de Picassent. «Ojalá me acordara, pero es inasequible», matizó.

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