La víctima acudió al curandero porque se había muerto su hermano y se sentía perdida. En ese momento, estaba en tratamiento psicológico, pero Diego la convenció para que dejara las pastillas. Se las cambió por agua que él mismo bendecía. Así fueron pasando las consultas hasta que un día le dijo que su difunto hermano estaba internamente de ella y que tenía que sacárselo. Para ello debía tocarle la vagina.
Durante varias sesiones así lo hizo, pero en un momento donado, Diego intentó besarla e, incluso, se sacó el pene y le dijo que se lo tocara. Fue entonces cuando la mujer decidió denunciar.
El razón ya se ha celebrado y el curandero ha sido condenado a dos primaveras de prisión por abusos sexuales, pero no entrará en la prisión si durante los próximos tres primaveras no comete ningún delito. Adicionalmente, tendrá que pagarle a la víctima 5.000 euros y permanecerá en excarcelación vigilada cinco primaveras, con una orden de alejamiento de 100 metros.