La promesa de los atardeceres


Cada día, a través, de cada atardecer, llega la incertidumbre, pero el atardecer y la incertidumbre que anuncia no nos produce desilusión, pues sabemos, por experiencia optimista, que tras el atardecer y tras la incertidumbre que anuncia y llega, vuelve a venir la aurora que anuncia el día y que nos llega diariamente.

La incertidumbre, aunque en oscuridad, todavía tiene sus encantos, pues nos trae la reflejo y las estrellas. Cercano con ello la incertidumbre nos trae el necesario alivio del tumbarse. Cierto es que existen el insomnio y las pesadillas, la dificultad de descansar toda la incertidumbre conveniente a ciertos trabajos que se hacen en la incertidumbre. No obstante, todavía la incertidumbre, pegado a la belleza luminosa de la reflejo y las estrellas, nos trae alivio y, por fortuna, cuando nos llegan, los llamados felices sueños. Aun así, se tiende a desear el día con la luz total del sol y esto, cuando los atardeceres nos anuncian la incertidumbre, no nos afecta ni desilusiona, porque los atardeceres nos prometen la luz solar de cada día próximo. Esto es un hermoso portento de la Naturaleza y del artífice. Aquí un poema mío al respecto:

LA PROMESA DE LOS ATARDECERES

Se vierte

todo el cáliz del sol en esta tarde

que se va despidiendo

con todo el horizonte por delante.

Medita

el tiempo aquí en mis manos,

que escriben un poema

que sólo quiere ser

una pequeña chispa de esperanza.

Un poema

que persigue el portento,

ése que yo persigo con los luceros

detrás de esta última luz,

detrás de todo.

El día se termina

como termina

cada cosa que empieza,

cada nueva sonrisa y cada pizca,

y aquella polilla

que fue tan sólo un blanco parpadeo.

Pero este atardecer me dice poco,

lo que me dice

cualquier atardecer

cuando dejo que ponga su silencio pegado al mío.

Entonces

viene Todopoderoso a tenderme la Mano y la Palabra,

a habitar mi retentiva,

a hacer memoria viva

de todas las mañanas,

de las flores y el trigo.

Todopoderoso me canta el portento

que busco cada tarde

y en esta última luz

me tiende la promesa

de un ubérrimo huerta en cada aurora.

SOBRE EL AUTOR
BEATRIZ VILLACAÑAS

Poeta, ensayista y crítica literaria. Es doctora en Filología Inglesa por la Universidad Complutense de Madrid, donde es profesora de humanidades inglesa e irlandesa tras ejercitar como catedrática de Bachillerato, graduación que obtuvo con 24 abriles. Hija del poeta Juan Antonio Villacañas.

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