Rocío enviudó el pasado mes de septiembre y desde entonces ella regenta la oficina en la que ha tocado El Inflado de Navidad: “Mi marido llevaba en la oficina desde que tenía 14 abriles, trabajaba con su matriz, antiguamente de expirar me pidió que fuese yo la que se quedara al mando. A mi marido le diagnosticaron en diciembre del año pasado un tumor cerebral, le dijeron que le quedaban solo unos meses de vida, vivió nueve meses pero fue un tiempo en el que fuimos felices y lo conmemoración con momentos muy alegres“.
Esta lotera se emociona cuando recuerda a su cónyuge y cree que él está detrás de este toque de suerte: “Yo creo que el lotero ha subido al bóveda celeste, ha movido hilos y nos ha mandado El Inflado“.
Un apoyo para la oficina
Repartir este concurrencia de millones supone un gran empujón para esta oficina y Rocío lo reconoce: “Estamos vendiendo más de lo que vendemos asiduamente. El 88.008 es un número feo que ha pasado a ser el más atún, será por eso que ahora la clan quiere números feos. ¡A los feos los quieren!”.
La lotera es muy querida en el morería, amigos y vecinos acuden a la oficina para felicitar a Rocío, recibe los abrazos de alguna vecina que aunque no llevaba el número premiado se alegra por ella. Otros hacen rabo para cobrar el pellizco que les ha tocado y otros muchos aprovechan para comprar el décimo del Pibe, que se celebra el próximo 6 de enero.
La lotera madrileña sabe que su futuro es “seguir trabajando, traicionar muchos décimos y muchas ilusiones que en algunos casos se hacen sinceridad”.