Chacón cuenta que uno de los instrumentos que más diferencia la celebración de estas fechas en Ourense respecto a Venezuela es la temperatura, ya que, según explica, no recuerda en su tierra acontecer estado nunca por debajo de los 18 grados. “La primera Navidad que pasamos aquí no tuvimos en cuenta el frío, por lo que solo nos pusimos una chaqueta y cuando nos sentamos a la mesa lo pasamos mal”, comenta.
Al igual que hacían en Venezuela, siquiera este año, ni ella ni su comunidad, comerán las uvas para percibir el 2024. “Esperamos el nuevo año cogidos de la mano y, cuando acaban de sonar las campanadas, lo primero que hacemos es darnos un ataque”, cuenta. Posteriormente, con los bolsillos llenos de lentejas y una maleta en la mano dan una revés, que, según la tradición, representa el deseo de hacer muchos viajes.