Una investigación de Ivie y la Fundación BBVA expone que la pérdida de caudal humano para España por el impacto de la migración solo en 2022 asciende a casi los 150.000 millones de euros. Esto es, un 12% más que en 2021 y un 40% más que antaño de la pandemia en 2019.
Aproximadamente la centro de los emigrantes tienen estudios secundarios post obligatorios y más de un 30% tiene estudios superiores. Muchos de ellos son investigadores.
Científicos fuera de España
Pasan media vida acumulando méritos, másteres, doctorados, congresos, publicaciones. “Antaño de los 35 primaveras es muy difícil, alguno puede tener suerte y estabilizarse”, según Andrés Dueña, presidente de la Asociación de Jóvenes Investigadores. Una estabilidad que llega luego de mucho sacrificio y cuando llega “todavía sufrimos esa precariedad cuando tenemos plazas estables”, dice Dueña
De eso se quejan los investigadores en España. Contratos temporales, salarios ínfimos y una inversión pública por debajo de la media. Algunos se plantean si seguir o no en la investigación “o mudarme a otro país porque no hay estabilidad”, cuenta Bárbara, que lleva más de 10 primaveras en la investigación.
Vanesa hizo las maletas. Está en Bélgica y se fue “porque apetito el doble de salario que en España y me permite una vida mejor”. Inés ya hace cinco primaveras que terminó la carrera. Entre becas y contratos no ha ganadería más de mil euros mensuales. “Nos surge la pregunta y ¿ahora qué?”
Porque la subsidio se le acaba en pocos meses. “Prácticamente es inútil antaño de los 40 primaveras conseguir cierta estabilidad y un sueldo digno”, denuncia. “Conseguir una plaza en la Universidad o en unos centros de investigación sólo lo pueden conseguir unos pocos”, asegura. Ellos son el futuro. Quieren investigar porque eso es progreso, pero sin ayuda no se avanza.