El discurso del Rey y la España dividida


Escuché el mensaje de Navidad del Rey como cada año, a las 21.00 horas, antaño de cenar en tribu. Es una tradición y una buena costumbre para cualquier gachupin informado escuchar qué mensaje anual tiene que dirigirnos el Director del Estado. Confieso que, pese a que represento a la fuerza política más combativa contra el separatismo en el Parlamento de Cataluña, olvidé por completo que Aragonés incluso pronuncia un mensaje el día 26 de diciembre. Tuve que escucharlo por obligación, unos minutos luego, en redes sociales.

El discurso del Rey por fuerza ha de tener un contenido diferente del de cualquier político en activo. Él, como Director del Estado, representa a todos los españoles y es lo suyo que en el momento flagrante hable, como efectivamente hizo, de España, de unión, de Constitución, de consensos básicos, de exceder la división, de conservar el pacto colectivo, de responsabilidad de las instituciones, de respetar a España y tomar conciencia de que es un gran país. ¿Qué puede deber de reprochable en que un monarca constitucional hable en estos términos?

El discurso de Aragonés, en cambio, rebasó para mal lo que se puede esperar de un político gobernador. Fue un discurso partidista, falsamente triunfalista con la situación de Cataluña y netamente electoralista. Pero lo más preocupante para la España democrática es que plantease como supuestos logros la remisión, la imposición del catalán y el traspaso de Cercanías obtenidos de la deslealtad de Sánchez a cambio de los votos separatistas. A ello añadió sus retos de futuro en términos divisivos, rupturistas y antidemocráticos: conseguir la espontaneidad de los «represaliados» fugados de la Honestidad por dar el golpazo de Estado en 2017 y elegir la independencia de Cataluña el año que viene.

Teniendo el problema político que tenemos en España con un separatismo voraz que no respeta las normas de convivencia básicas, ni las instituciones, ni a la propia sociedad catalana en su conjunto, el discurso del Rey, tan criticado por el sillar independentista y de izquierda populista que engloba el sanchismo, tuvo el contenido que institucionalmente correspondía.

Quien incumple su deber, quien divide, quien atenta a la convivencia, se ha indignado con el pulcro discurso institucional del Rey. Malos tiempos cuando el PSOE de Sánchez se abraza a quienes quieren dinamitar el pacto de convivencia que es la Constitución de 1978 iniciando una deriva de imprevisibles consecuencias. Malos tiempos cuando el PP va de la mano de los que por su derecha reniegan de la Constitución y exigen del Rey actuaciones constitucionalmente inviables, supuestamente para defender España.

Creo que sería útil un centro espléndido esforzado en España para conseguir que los dos grandes partidos españoles graviten entorno a los consensos constitucionales reivindicados en el discurso del Rey, regresando de la esfera excéntrica a la que les llevan el separatismo y la derecha e izquierda extremas. Estoy convencido de que muchos españoles comparten que la decisión vendrá del centro, nunca de los extremos. Por eso, hasta que regresemos al Congreso, Ciudadanos seguirá comprometido y defendiendo la convivencia y la Constitución en Cataluña, en el resto de España y en el Parlamento Europeo.

Carlos Carrizosa es presidente de CS en Cataluña

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