Miquel Porta Perales: Barcelonas


Miquel Porta Perales

Barcelona es una ciudad de ciudades en la que los ciudadanos muchas veces se miran de reojo. Hasta ahora teníamos la ciudad escaparate, la ciudad museo, la ciudad de los arquitectos, la ciudad de la innovación, la ciudad del graffiti, la ciudad de las compras, la ‘smart city’, la ciudad acogedora, la ciudad pacifista, la ciudad de la solidaridad, la ciudad de la solidaridad, la ciudad antiamericana, la ciudad de los barrios marginales, la ciudad de los mochileros, la ciudad del Bronx, la ciudad de los anarquistas, la ciudad de las manifestaciones, la ciudad de los indignados, la ciudad de los alterglobalistas, la ciudad de los independentistas, la ciudad de las mujeres, la ciudad de la paz, la ciudad de la ecología, la ciudad del reciclaje, la ciudad de la moda, la ciudad del teatro, la ciudad de las inversiones inmobiliarias, la ciudad de la especulación, la ciudad de las plazas duras, la ciudad de la gastronomía, la ciudad del ocio, la ciudad del deporte, la ciudad del homo bicing y un largo etcétera que hacen de Barcelona un totum revolutum. Un embrollo que, muy probablemente, sea fruto del vacío dejado por el agotamiento del llamado modelo Barcelona que culminó en el Fórum Universal de las Culturas de 2004. Una suerte de metápolis -territorios autónomos- o ciudad ‘patchwork’ carente de equilibrio. Quizás desorientado.

A esto habría que sumar la penúltima ciudad o herencia de Ada Colau: la ciudad postal. La ciudad, dicen, es hermosa, llena de árboles, plantas y bancos que no permiten la circulación de autos. La ciudad verde -con el suelo rotulado con figuras geométricas de colores- que planta un pequeño bosque en el camino.

El sociólogo Richard Sennett señala que la formación de comunidades o espacios diferenciados y enfrentados es “abominable”, porque los vínculos estrechos y la cohesión social acaban creándose gracias a adversarios o enemigos que generalmente se constituyen a la carta. Unos vínculos y cohesiones que suelen dificultar las relaciones entre los ciudadanos y la convivencia. No se trata de renunciar a la manera de ser y estar en la ciudad de cada uno. Se trata de vivir y convivir -cesiones y concesiones- un poco mejor. El alcalde tiene mucho trabajo.


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