Ourense se despide del histórico “Ely Kiosko” de Samuel Eiján


“Te vamos a echar mucho de menos”, asegura con voz emocionada una clienta habitual de Ely Kiosko. “No me consultaste la osadía de jubilarte porque sabías que no te iba a dejar”, dice otra entre bromas. Rosa Alicia Ferreira y Javier Fernández tomaron la osadía de jubilarse y cerrar el próximo sábado tras más de 40 primaveras al frente de su pequeño quiosco sito en la céntrica calle Samuel Eiján.

“Sacrificas tu vida, nunca hubo ocio; estos días hay quien lloró cuando se enteró del candado”

Lo más atún de este trabajo ha sido la convivencia con las personas, de hecho, estos días hay clan que cuando se enteró del candado caldo y lloró abrazada a mí”, cuenta Ferreira. Pese a todas las alegrías que les ha cedido el negocio, no todo ha sido un camino de rosas. “Al final sacrificas tu vida porque no puedes hacer otras cosas, nunca tuvimos ocio, ya que esto es saldo diaria”, explica Fernández. De hecho, Ferreira revela que lleva tres primaveras sin pisar el centro de la ciudad por errata de tiempo.

Dos clientes salen del quiosco.
Dos clientes salen del quiosco.

Es tanta la dedicación que han tenido, que cuando murió el padre de Ferreira, ella fue a su entierro por la mañana e inmediatamente posteriormente volvió a Ourense para rasgar la tienda. “En ese momento me di cuenta de que tenía que cambiar mi vida porque yo no disfruté de mi comunidad”, indica. En esta fila, comenta que si volviese detrás cambiaría su mentalidad y cogería por lo menos una semana de ocio al año.

Cercanía

Si algún calificativo define a la perfección lo que ha sido este negocio es cercanía. Lo muestra el hecho de que cada vez que entra un cliente por la puerta del establecimiento, tanto Rosa como Javier preparan el publicación, ya que conocen las preferencias de cada persona. “Aquí hemos formado una comunidad”, aseguran entreambos. 

La confianza entre ellos y los clientes es tal que a menudo les dejan en el tópico llaves de casa, paquetes o les piden que les rieguen las plantas cuando se van de ocio. “Hay una confianza muy vasto, una vez una vecina me llamó preocupada porque no se acordaba si había desanimado la plancha y subí a su casa a comprobarlo”, cuenta Ferreira. 

Ahora les toca encarar el futuro sin su quehacer de siempre. “No sabes cómo comportarse y qué va a ser de todo porque al final te errata tu vida”, confiesa Fernández, mientras Ferreira dice sentirse “un poco nerviosa”. Lo que sí tienen claro es que se irán de ocio.

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