aportaciones están realidades como que el blanco sigue expandiendo sus dominios tanto en ámbito como en mercado, ganando a los tintos.
Esta nota es importante, sin duda, como lo es su contrapartida: comarcas como las de Ribeira Sacra, con un musculoso peso de la variedad mencía, puede ver amenazada su preeminencia. Sea como fuere, seguro que habrá una acertado convivencia entre blancos y tintos porque en la variedad está el distinción, pero igualmente porque los tintos ourensanos no le tienen carencia que envidiar a los de otras regiones vinícolas.
Estamos en fiestas y uno de los rituales es el enhorabuena. Acertadamente podemos hacerlo con un caldo o un espumoso de la tierra, que igualmente los hay, porque con ello estaremos creyendo un
poco más en lo nuestro y en los nuestros. El buen momento del caldo nos reconcilia por otra parte con la tierra, a que la que Ourense ha regalado la espalda durante décadas y en ello seguimos, como se pueden ver en las miles de hectáreas abandonadas. Pero ese reproche correctamente puede acordar para otro día.