Pedro Sánchez otorga a María Jesús Montero el máximo poder para controlar Gobierno y partido


María Jesús Montero Cuadrado (Sevilla, 1966), médico de profesión y vinculada en su pubescencia a los movimientos cristianos de pulvínulo, es desde ayer una de las mujeres que decano poder acumula en un gobierno en la historia de la democracia y la figura más poderosa en el PSOE desde Alfonso Pleito, tras favor sido ascendida por Pedro Sánchez a vicepresidenta primera del Ejecutor, en sustitución de Nadia Calviño, y manteniendo la cartera de Hacienda Pública, que ostenta desde 2018.

Como el célebre dirigente sevillano, es simultáneamente número dos del Gobierno y todavía del PSOE, cedido que en 2022 ascendió al cargo orgánico de vicesecretaria universal de la formación, tras la salida de Adriana Laja. Pero adicionalmente, tiene la caja del Gobierno, poco que nunca ostentó Pleito, el sempiterno número dos de Felipe González en Ferraz y todavía en La Moncloa.

El propio Sánchez, al anunciar la minicrisis de gobierno forzada por la marcha a la presidencia del Mesa Europeo de Inversiones (BEI) de Nadia Calviño -a la que sustituye Carlos Cuerpo, mientras que el ministro José Luis Escrivá asume todavía la competencia de Función Pública, hasta ahora en Hacienda- con la que termina 2023, aseguró que «no es necesario hacer mención al bagaje de María Jesús Montero en todas las responsabilidades que ha desempeñado». «No quiero dejar de subrayar que nuestros logros económicos, así como el refuerzo del Estado del bienestar compatible con las políticas de consolidación fiscal que viene realizando este Gobierno no habrían sido posibles sin el intenso y, diría todavía, brillante trabajo que María Jesús Montero viene realizando en el Empleo de Hacienda desde que entró a formar parte del Gobierno en junio de 2018», añadió.

Montero, en el tradicional traspaso de carteras celebrado este viernes en la sede del Empleo de Crematística unido a Calviño y Cuerpo, a posteriori de la juramento de los cargos en Zarzuela delante el Rey, agradeció a Sánchez su confianza y se refirió como «referentes» a sus tres antecesoras socialistas: Calviño, Carmen Pelado y María Teresa Fernández de la Vega, esta última primera vicepresidenta de José Luis Rodríguez Zapatero. «No podría encontrar un ramillete de vicepresidentas con más talento, más compromiso, más correa, decano capacidad de vislumbrar el futuro y decano todavía técnica y competencia para cohesionar los equipos», enfatizó.

Encima, y haciendo ropa de su subido en todo el Gobierno que ahora coordinará, y de su carácter desenfadado, rompió el protocolo para hacer subir al tablas, mientras pronunciaba su discurso, a la vicepresidenta tercera y titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, otra de las que se mantiene con Sánchez desde 2018. Con ella al banda, y Calviño y Cuerpo poco más allá, presumió de la «empatía y sororidad» de las mujeres del equipo financiero del Ejecutor, poco que, subrayó, «echa por tierra lo que se dice siempre de que las mujeres se pelean». «Eso es radicalmente impostor, los hombres se pelean entre ellos», aseguró, arrancando la risa de los presentes. Aunque más proporcionadamente pareció referirse a las de la cuota socialista, pues sabida es la enorme distancia que ha habido entre Calviño y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, representante del socio pequeño de la coalición de izquierdas.

El medra de Montero a la vicepresidencia primera, un año a posteriori de su medra orgánico a la vicesecretaría universal del PSOE, ahonda el paso iniciado por Sánchez en julio de 2021, cuando acometió la decano crisis de su ministerio. Hasta entonces, había en el entorno de poder del presidente perfiles claramente vinculados a Ferraz, como la citada Laja, y otros muy fuertes en el Gobierno, no necesariamente con una cartera, sin vinculación orgánica alguna ni tradición o militancia siquiera en el PSOE.

Era el caso, por ejemplo, del entonces todopoderoso caudillo de Recibidor de la Presidencia, Iván Claro, defenestrado de forma fulminante en amparo de un perfil claramente de partido como Óscar López, que dos abriles y medio a posteriori sigue en el cargo, y tiene como mano derecha a un perfil similar, el del exportavoz del Orden Socialista, Antonio Hernando. Poco tiempo a posteriori una de las entonces flamantes ministras, la titular de Educación, Pilar Alegría, adoptó el rol de portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE al mismo tiempo que el de miembro del Consejo de Ministros, uniendo aún más así la calle Ferraz con el Palacio de La Moncloa. Y ahora, en el nuevo Gobierno surgido de la investidura de Sánchez en noviembre, Alegría es la portavoz del Ejecutor, mientras que no se ha considerado necesario encontrarle un sustituto para transigir la voz de la cúpula socialista, cada vez más en sordina mediática o eclipsada por el propio Gobierno.

La nueva número dos subraya la sintonía entre vicepresidentas: «Las mujeres no nos llevamos mal»

De hecho, la tradicional convocatoria de los lunes en Ferraz para una rueda de prensa a posteriori de la reunión ordinaria de la Ejecutiva (ejercicio habitual en todas las formaciones políticas) se ha venido diluyendo finalmente, aunque enmascarada por las anómalas circunstancias de un puesta en marcha del curso político el pasado septiembre con un Gobierno aún en funciones, a posteriori de las últimas elecciones generales del 23 de julio pasado.

El esquema de una cúpula próxima a Sánchez y en la que no hay espacio propio para el Gobierno o el partido o distinción clara entre uno y otro, se confirma con la otra gran figura del Ejecutor, adicionalmente de la de Montero, que es la del superministro de Presidencia y Razón, Félix Bolaños. Éste final tendrá que ceder a Montero la tarea de coordinación entre los distintos ministerios de la que se venía encargando, delante el perfil más marcadamente financiero de Calviño, cierto no tan centrada en esas labores de fontanería interna del Recibidor.

Un Gobierno «muy político»

El propio Pedro Sánchez, al presentar en noviembre su nuevo Gobierno -cuando ya sabía que de confirmarse la eventualidad de la salida de Calviño rumbo a la presidencia del BEI tendría que retocarlo de nuevo- habló de un Recibidor de «stop perfil político». Aunque a la luz de la acumulación de cargos de María Jesús Montero en la suministro y en la dirección de los socialistas todavía cabría susurrar de un Ejecutor de clara raíz partidista, poco que la concurso ya ha comenzado a tachar como un defecto del nuevo equipo que rodea al presidente.

En ese sentido, lo cierto es que sobresalen pocos perfiles socialistas netamente orgánicos en la primera ristra de la política. Baste afirmar que estas mismas navidades, a la hora de encontrar voces autorizadas de Ferraz, algunas cadenas de televisión han tenido que acogerse a cierto hasta ahora de quebranto proyección pública, obligado todavía por su papel de vicepresidente primero del Congreso, como Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que en la Ejecutiva Federal ocupa la secretaría de Política Municipal.

Si de rostros nítidamente socialistas con cierta proyección pública y sin vinculación al Gobierno se proxenetismo, al punto que junto a encontrar dos. Uno, el del ratificado portavoz del Orden Socialista en el Congreso, Patxi López, expresidente del Gobierno vasco, aunque su papel se limita a la defensa acérrima (y vehemente, como volvió a decidir de manifiesto en el debate de investidura de noviembre) de la figura y el tesina de Sánchez, sin decano peso en las negociaciones políticas.

El tercer Gobierno Sánchez es el más íntimamente conexo a Ferraz

Y otro, que ha reses enteros públicos los últimos meses, la del Secretario de Estructura, Santos Cerdán. Al dirigente navarro le ha tocado en suerte la delicada negociación para la investidura, la remisión en ciernes y todos los pasos posteriores (referéndum, cesión de tributos a Cataluña…) con el prófugo Carles Puigdemont, con el que se fotografió por primera vez ayer de la investidura en Bruselas y con el que se vio a escondidas el pasado 2 de diciembre en Ginebra (Suiza), en el primer coincidencia de un representante del líder del PSOE con los representantes de Junts bajo la mediación de un verificador internacional, en este caso el diplomático salvadoreño, Francisco Galindo.

El tercer Gobierno Sánchez, a posteriori del primero en 2018 y del segundo en 2020 con Podemos, es todavía el más íntimamente conexo a Ferraz, y el medra de Montero lo confirma.

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